01 enero 2012

Un año de cine (2011)

Éstas son las películas nuevas (no tengo en cuenta las revisiones) que vi durante el año que acaba de finalizar. No ha sido una mala cosecha. Aclaro, mediante la palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente según las vi.
  • Yo (2007) - ­Rafa Cortés. Una de esas rarezas del cine español que nunca ven los que sólo lo critican. Extraña e interesante. A ratos perturbadora y en general irregular.
  • Balada triste de trompeta (2010) - Álex de la Iglesia (cine). Sus títulos de apertura son de lo mejor que he visto en mucho tiempo: impactantes e informativos. La película es un desfase visual y argumental que atrae precisamente por ese exceso radical, lo que permite no tener tan en cuenta sus defectos. Lo mejor del director desde El día de la bestia.
  • Sospechosos habituales (1995) - Bryan Singer. Tras muchos años escuchando halagos sobre esta película sólo me deja un buen regusto y algunas excelentes interpretaciones. No me convencen en general los guiones tramposos. Éste tampoco.
  • También la lluvia (2010) - Iciair Bollaín (cine). El planteamiento es interesante e incluso atractivo. Tras los primeros tres cuartos de hora la película se transforma en una cosa ñoña y meliflua. Inaguantable y a ratos patética. Una pena.
  • Cisne negro (2010) - Darren Aranofsky (cine). Inquietante, perturbadora, malsana. Muchos lazos en común con La pianista de Haneke pero con personalidad propia. La locura trasciende la pantalla y te hace participar en ella. De lo mejor que vi este esta año.
  • Valor de ley (2010) - Hermanos Cohen (cine). Innecesaria, aburrida, intrascendente. Se toma demasiado en serio a sí misma. A medida que los Cohen ganan en prestigio a mí me aburren más sus películas.
  • El séptimo continente (1989) - Michael Haneke. Opera prima del director. Su retrato de esa familia que toma una decisión irreversible y la ejecuta con aséptica precisión es demoledor. Metáfora del vacío existencial de una sociedad perdida que no encuentra ningún ancla mediante la que sostenerse.
  • Incendies (2010)- Denis Villeneuve (cine). Narrada de manera fragmentaria, aunque no por eso carente de una linealidad argumental que obliga al espectador a reconstruir constantemente. Contiene secuencias que permanecen en la memoria pero termina convirtiéndose en  un dramón con tintes de culebrón que oscurece sus otras virtudes. Sigo sin cogerle el punto a una de las películas más celebradas de este año.
  • Pa negre (2010) - Agustí Villaronga. Excelente película catalana que aunque enmarcada en la época de la posguerra española, huye de los arquetipos y clichés más viciados del cine español para construir una poderosa historia que atrapa completamente al espectador. Muy recomendable.
  • El video de Benny (1992) - Michael Haneke. Terrorífica reflexión sobre la insensibilización a la violencia que genera su uso indiscriminado a través de la televisión. Imprescindible.
  • Inside job (2010) - Charles Fergurson (cine). Documental (manipulador, como todos) que muestra de manera desenfadada las causas más evidentes de la crisis, así como señala a algunos de sus culpables más directos. Interesante pero irrelevante, como muestra el día a día de la política y la economía en Occidente.
  • 71 fragmentos de una cronología del azar (1994) - Michael Haneke. Seguramente la más interesante y profunda de todas las películas fragmentarias de montaje no lineal que yo haya visto, porque trasciende lo emocional de otras para ir más allá en el análisis social.
  • La pianista (2001) - Michael Haneke. Una de las obras capitales de Haneke. Tal vez la más enfermiza de sus creaciones. Atrae y repele al tiempo, te deja atrapado en el sofá y difícilmente se va de la cabeza. Imprescindible
  • Skyline (2010) - Colin y Greg Strause. Los efectos especiales son realmente buenos, creíbles y frescos. El resto….ah, ¿pero era una película? Eso parecía. De ciencia ficción, dicen. No queda claro si son los humanos o los aliens los personajes creados por ordenador, porque es difícil creer que eso humanos planos, acartonados y patéticamente arquetípicos son actores de carne y hueso
  • Primavera, verano, otoño, invierno.. y primavera (2003) - Kim Ki Duk. Bonita pero tremendamente cansina. Pretenciosa y conservadora. Decepcionante.
  • No controles (2010) - Borja Cobeaga. Comedia española simpática, sin pretensiones. Para pasar el rato y disfrutar del gran Julián López como Juan Carlitros
  • Los cronocrímenes (2007) - Nacho Vigalondo. Un experimento sorprendente que termina enganchando. Mantiene el pulso y vuelve a poner encima de la mesas las paradojas habituales relacionadas con los viajes en el tiempo.
  • Código fuente (2011) - Duncan Jones (cine). Después de que me encantara la ópera prima de este director (Moon) esta película fue una decepción. Las aventuras del protagonista del día de la marmota intentando evitar una catástrofe, terminan siendo  reiterativas y aburridas. La resolución del conflicto no sorprende. Terminé de la guapa coprotagonista y su sonrisa melindrosa hasta los cojones.
  • Todas las canciones hablan de mí (2010) - Jonás Trueba. Ópera prima del hijo de Fernando Trueba. Película pequeña, sin pretensiones, introspectiva y reflexiva. Se agradece el tono desenfadado, ya que el material podía haberse convertido en el típico dramón. Los personajes están bien construidos y el relato en su conjunto termina siendo de alguna manera un retrato generacional
  • Jesus camp (2006) - Heidi Ewing y Rachel Grady. Retrato aterrador de esa otra América, la que sólo intuimos, la profunda, analfabeta, conservadora y religiosa. La descubrimos a través de los campamentos de iniciación para niños que sirven para ejecutar singulares lavados de cabeza y articular en sus mentes una manera monstruosa de entender la religión y la presencia divina. Un documental muy recomendable.
  • Serpico (1973) - Sidney Lumet. Parece increíble que en los 70 este cine fuera el paradigma en Hollywood. Interesante, sin llegar a entusiasmar. Retrato social con calado político de la corrupción policial, como casi es imposible encontrar hoy en el cine americano.
  • Carretera perdida (1997) - David Lynch. Una barbaridad de película, repleta de giros extraños y apasionantes. Un viaje al fondo de una mente perturbada. Hermosa e inquietante.
  • El nuevo mundo (2005) - Terrence Malik. Tal vez la película que menos me haya interesado de Malik. Aún así es una excelente obra que describe como ninguna otra antes, sin artificios ni impostura, la imposible integración en culturas ajenas y el penoso precio que se paga por ello.
  • Medianoche en París (2011) - Woody Allen (cine). Se va cayendo en mi memoria a medida que pasan los meses. Allen consigue la sonrisa, como siempre, pero el uso de personajes famosos de la cultura de los años 20 es más bien forzado y repleto de clichés. Prescindible.
  • Primos (2011) - Daniel Sánchez Arévalo. Comedia agridulce de uno de los directores españoles más interesantes de los últimos años. Algunas interpretaciones son fabulosas y te deja un regusto extraño. En ella resuenan los ecos de esa extraordinaria película que es Beautiful girls.
  • 1997: Rescate en Nueva York (1981) - John Carpenter. Canalla y fresca. Cine de otra época, con aroma a videoclub y sesión de tarde de verano con amigos. Snake es un personaje que permanece en la memoria. Heredero directo de algunos de los protagonistas de las películas de Howard Hawks.
  • Transformers (2007) - Michael Bay. El polo opuesto de lo dicho anteriormente. Un truño infumable, una sucesión de despropósitos sin sentido. Narrativa y visualmente confusa sin pretenderlo y sin que tenga algún tipo de significado. Aún teniendo perfectamente presente lo que se puede esperar de este tipo de cine esta película resulta infame. Aquellos a los que les haya gustado deben hacérselo mirar. Empecé la segunda parte y la tuve que quitar a los diez minutos.Y no es algo que suela hacer.
  • Tron legacy (2010) - Joseph Kosonski. Sólo diré una cosa: consigue que la original resulte apasionante. Y durante años se ha alabado la inventiva visual de la primera Tron pero se le ha achacado (con razón) que era mortalmente aburrida. Pues eso.
  • 2013: Rescate en LA (1996) - John Carpenter. Todas las virtudes de la original desaparecen, sólo que da la reiteración de situaciones y el mismo personaje que sin evolucionar se mueve de manera cansina dentro ellas. Prescindible.
  • Diamantes de sangre (2006) - Edward Zwick. Con un planteamiento interesante que alude al tráfico de diamantes, la película se autodestruye en minutos quedando convertida en un inverosímil y coñazo viaje redentor del personaje que interpreta Di Caprio. Una cosa lacrimosa y deplorable.
  • Camino a la libertad (2010) - Peter Weir. De un director que ha hecho tantas y tan espléndidas películas en las que las emociones humanas son tratadas con delicadeza y profundidad, sorprende que los personajes sean tan planos y la falta de emoción de esta historia. Siempre queda disfrutar de sus extraordinarios paisajes.
  • Monsters (2010) - Gareth Edward. Cine independiente de ciencia ficción que intenta aportar otra visión (más intimista) al género, a través del viaje de una pareja de desconocidos por un territorio de la Tierra desolado e invadido por aliens que casi nunca se ven. Aburrida y con moralina final.
  • El desprecio (1963) - Jean Luc Godard. Excelente película de un Godard en plena forma al que se denosta por costumbre, casi de manera maniática. Siempre he sospechado que muchos de los que lo hacen apenas han visto alguna película suya. Extraordinario montaje, emocionante homenaje a Fritz Lang e inolvidable secuencia en la que la pareja protagonista habla y discute mientras ambos caminan por todos los recovecos de su pequeño piso. Un alarde técnico pocas veces igualado.
  • Winter´s bone (2011) - Debra Granick. Otra muestra más de ese cine independiente que triunfa desde hace años en Sundance. Mucha miseria, mucho drama, mucho sufrimiento, sin que el conjunto termine de convencer. Lo mejor: el ambiente rural, depresivo y empobrecido de una América boscosa que no es la que vemos habitualmente.
  • Franklyn (2008) - Gerard McMorrow. Fallida y decepcionante muestra de cine fantástico donde resuenan con fuerza los ecos de otras películas como Dark City. Su puesta en escena es espectacular pero la historia decae en pocos minutos porque se sustenta en una trama sin interés y sin gancho. Mantiene puntos de contacto interesantes de analizar con Suker Punch, otra película que vi este año. Prescindible.
  • Los tres días del cóndor (1975) - Sidney Pollack. Cine político, de ritmo pausado pero eficaz, con  buenas interpretaciones. El conjunto no termina de funcionar y la historia decae por momentos. Además contiene uno de los peores polvos de la historia del cine.
  • Next (2007) - Lee Tamahori. Con los años habrá que asumir que las ideas de Philip K. Dick no han hecho demasiado por el cine. O que el cine ha sido muy descuidado con la fértil imaginación de este escritor. Otra buena idea tirada a la basura. Interpretación penosa de Cage, nula personalidad en la puesta en escena y en la dirección y aburrimiento continuo desde el minuto diez. Ah, y por supuesto otro papel de mujer florero, histérica y llorona, con los que Hollywood honra a la mujeres.
  • El hombre de al lado (2010) - Mariano Cohn y Gastón Duprat (cine). Los directores debieron entusiasmarse tanto con su original idea de construir una película en torno a ese vecino inaguantable, raro y peligroso que todos hemos tenido alguna vez que se olvidaron de construir una trama que la sustentara. Termina siendo reiterativa y tediosa, dando vueltas en círculo sin llegar a ningún sitio. Le sobra metraje y apenas llega a los 100 minutos.
  • Una historia de violencia (2005) - David Cronenberg. Potente relato cinematográfico, con personajes fuertes perfilados con cincel, que sorprende y engancha, dejando un muy buen sabor de boca.
  • Promesas del este (2007) - David Cronenberg. Cronenberg quiso repetir la jugada sin obtener los mismos resultados. Aunque los personajes interesan, la historia está muy vista, aporta pocas novedades y está mal desarrollada y resuelta. Defrauda.
  • Sans Soleil (1982) - Chris Marker. Estamos hablando de otro cine, marginal, que se hace en las orillas del cine que habitualmente consumimos y que hay que ver desde otras coordenadas, bajo otro paradigma. Cine documental sin ínfulas de objetividad, personalista y poético. Emociona y conmueve. Y uno no sabe bien por qué.
  • Super8 (2011) - J.J. Abrams. Reivindicación de un cine que se fue para no volver. Aunque se suele hablar de homenaje y revisitación de un cine muy particular y hoy desaparecido, es también una reflexión metacinematográfica sobre ese cine ingenuo de los 80.
  • Les astronauts (1959) - Walerian Borowczyk y Chris Marker. Corto construido a través de un fotomontaje de extraordinaria originalidad. Seduce y atrapa.
  • El año pasado en Marienbad (1960) - Alain Resnais. Cine con mayúsculas que introduce al espectador en un laberinto onírico de salas, pasillos, espejos y personajes extraños. El silencio perturba tanto como la átona y redundante voz en off. El resultado es una de las películas más misteriosas, inextricables y fascinantes de la historia del cine
  • Conan el bárbaro (2011) - Marcus Nispel (cine). Era inevitable que la viera. Era inevitable que no me gustara. Nispel reconstruye de manera certera los escenarios y el ambiente de la edad Hiboria y también acierta al no reducir la violencia del mundo de Conan. Pero de nuevo, como tantas veces sucede en el cine americano, se le olvidó que hay que contar algo, una historia que emocione e interese. Un detalle: cuando para construir un guión simple como el de Conan veo a tres guionistas acreditados como tales, empiezo a temblar.
  • Palíndromos (2005) - Todd Solonz. Este tío parece sacado de otro planeta. Su visión del mundo no es la de un humano normal. Hipnótica y por momentos desagradable la película nos muestra una de las familias más inquietantes de la historia del cine: la formada por una serie de niños freaks (adoptados por una pareja modélica y compasiva) que han montado un grupo de rock cristiano; mientras sus padres confabulan para matar a un médico abortista.
  • El origen del planeta de los simios (2011) - Rupert Wyatt (cine). Alguien lo definió con mucha gracia como “el puto drama de un puto mono”. Más allá de esto lo cierto es que extrañamente la película funciona medianamente bien, incluso su metáfora social es transmitida con cierta inteligencia, por lo que sirve como revulsivo a una saga ya clásica. El rol de la mujer coprotagonista es vomitivo. Si se la compara con los monos éstos tienen mucha más personalidad y profundidad que ella aún cuando no son capaces de hablar y pensar. Sirve para mostrar una vez más como trata en este tipo de cine de Hollywood a la mujer.
  • El árbol de la vida (2011)- Terrence Malik (cine) Una de las películas acontecimiento del año. Odiada y amada por igual, defendida virulentamente por gafapastas mientras es atacada por analfabetos funcionales que se han acostumbrado a relatos en los que no tienen que pensar. Reconozco que en mi caso me dejó algo frío. Pero aún así permanece con fuerza en mi memoria por sus múltiples aciertos, visuales y narrativos, además de porque supone una experiencia cinematográfica de otro nivel. Tiene puntos de conexión con ese cine espiritual con ansias de trascendencia, que roza lo religioso, de Tarkovski, pero no alcanza su nivel.
  • No hay paz para los malvados (2011) - Enrique Urbizu (cine). Cine español de género, de calidad, con un personaje central interpretado por un inmenso José Coronado que demuestra que el problema de los actores suele ser el nivel infumable de los papeles que les dan. Más allá del ritmo lento de la historia y de ciertas incoherencias en la trama, permanecerá en el tiempo por habernos descubierto un personaje inolvidable: Santos Trinidad.
  • Piratas del caribe 4: en mareas misteriosas (2011) - Rob Marshall. Una pérdida absoluta de tiempo. Una pena que un personaje tan fresco, simpático y sorprendente como Jack Sparrow termine siendo una caricatura de sí mismo, aburrido y forzado, mientras a su alrededor las películas de la saga se llenan cada vez de más ruido, más explosiones y  más efectos especiales tratando de paliar el desastre sin conseguirlo.
  • La leyenda del tiempo (2006) - Isaki Lacuesta. Un tipo a seguir. Cineasta español que utiliza el cine documental como manera de expresión artística. Aquí consigue un retrato muy personal y conmovedor de un chaval gitano que no quiere cantar flamenco como muestra de respeto a su padre muerto y de una japonesa obsesionada con Camarón que viaja a España para conseguir su sueño de cantar como él. Hermosa.
  • Somewhere (2011) - Sofía Coppola (cine). Una vuelta al cine intimista que llevó a la directora a la fama. Una película sin pretensiones y pequeña que sorprende, ya que bajo su apariencia de superficialidad y trivialidad esconde una gran humanidad. Espléndida la niña.
  • Thor (2011) - Kenneth Branagh. En serio… ¿Por qué termino siempre viendo este tipo de bazofias?
  • Aelita (1924) - Yakov Protazanov. Rareza rusa en la que, bajo una capa de rancio didactismo comunista enfocado a comprometer a las masas en su proyecto colectivo sin permitirle la realización personal, late una historia fantástica de ciencia ficción sobre el poder y los que sufren su dominio (con puntos de conexión con Metrópolis de Fritz Lang) que se desarrolla en el planeta Marte, en unos decorados y con un vestuario fabricados sobre las bases del constructivismo y el futurismo.
  • Sucker Punch (2011) - Zack Snyder. Fallida pero por momentos hipnótica película del director de 300, que prosigue su búsqueda del impacto visual a través de mundos de fantasía cercanos al cómic y mediante el uso de un  montaje espectacular que acelera y ralentiza a su antojo. Su estructura argumental, excesivamente simple más allá de el planteamiento onírico de la historia, termina aburriendo pero la secuencia inicial la vería una y otra vez por lo que seduce y atrae
  • Tintín (2011) - Steven Spielberg (cine). Al final Spielberg siempre consigue arrastrarme al cine. Un problema de costumbres. Al menos esta vez se limita tan sólo a construir un entretenimiento sin más pretensiones, usando su enorme pericia como director de corte clásico. A ratos brillante y a ratos algo aburrida, la película termina siendo un deslumbrante artefacto cinematográfico sin alma y enormemente intrascendente.
  • Contagio (2011) - Steven Soderbergh (cine). Cine frío, aséptico, intencionadamente desapasionado, sin ninguna concesión al melodrama. Rodada con la habitual elegancia del director, la película intenta recrear de manera convincente las consecuencias sociales de una epidemia global en la actualidad. Está construida sobre una serie de personajes (sin conexión prácticamente entre ellos) a través de los que se consigue construir una foto en movimiento de las distintas etapas del contagio. Funciona por contraposición a tantas otras películas de este subgénero que suelen caer en una sobreexposición del drama y las emociones humanas.
  • Eva (2011) - Kike Mallo (cine). Con reminiscencias a Eduardo Manostijeras  (incluso en los hermosos títulos de apertura) termina resultando insustancial por la indefinición a la hora de elegir los posibles caminos que el drama plantea. Algunos personajes deambulan por la pantalla de manera patética sin saber muy bien qué hacen por allí. La niña está espléndida y en su personaje también resuenan los ecos de la Portman de Beautiful girls. Una pena porque la película contenía el germen para haberse convertido en una gran película fantástica del cine español.
  • Mulholland drive (2001) - David Lynch. Otra muestra más del genio de Lynch para construir una trama llena de giros y revueltas donde nada es lo que parece, mientras el espectador asiste a una sinfonía de imágenes surrealistas de las que no puede despegar la mirada. Las actrices están espléndidas.
  • Un dios salvaje (2011) - Roman Polanski (cine). Película sin pulso con evidentes puntos de contactos con El ángel exterminador de Buñuel. Se sostiene gracias a la interpretación de unos actores estupendos que intentan mantener en pie una película endeble que no llega a donde promete y en la que no se reconoce a Polanski en ningún momento.
  • Adiós muchachos (1987) - Louis Malle. Emocionante e intenso retrato (autobiográfico) de los años escolares franceses durante  la ocupación nazi. Conmovedora. Una joya.
  • La regla del juego (1938) - Jean Renoir. Retrato ácido en clave de comedia de esa parte de la sociedad (rica) que vive despreocupadamente la vida gracias a su posición social. No ha perdido vigencia y, sin grandilocuentes discursos, dispara cargas de profundidad a la línea de flotación del sistema de castas sociales burgués occidental.
  • In time (2011) - Andrew Niccol (cine). Reconozco que Niccol s un tipo que me cae muy bien. Su carrera es casi impecable. Sin ser un grande, es un autor que construye su propio cine, siempre crítico socialmente pero envuelto bajo una capa de cine comercial. La película es una distopía que parte de un planteamiento subversivo y claramente anticapitalista aunque termina degenerando en una película tipo Bonnie and Clyde de poco interés. Aún así deja cositas de interés en el recuerdo.
  • Rango (2011) - Gore Verbisnki. Excelente película de animación. Un homenaje entrañable y respetuoso a todos los iconos del western al tiempo que se narra una historia original. Se agradece el feísmo de los bichos y la excelente banda sonora de Hans Zimmer.
  • Attack the block (2011) - Joe Cornish (cine). Una vuelta de tuerca consciente y canalla a ET y reverso (tenebroso) de Super8. Entretiene, subvierte los códigos del género aún respetándolos y construye personajes con aristas. Un acierto. Recomendable.
  • Simone (2002) - Andrew Niccol. Una visión más dura de lo que a primera vista parece del cine de Hollywood en general, focalizándose en el mundo de los actores-estrella y en la vanidad mal llevada de los directores-creadores. Le falta consistencia (uno de los defectos del cine de Niccol) pero tiene momentos (como el del corto) realmente fantásticos.
  • The artist (2011) - Michel Hazanavicius (cine). La película de la que todo el mundo habla. Cine mudo y en blanco y negro, con ritmo. Un artefacto de precisión donde todo está calculado al milímetro para epatar a cinéfilos pendientes de sus evidentes guiños a las más famosas películas. A mí me dejó más bien frío. Me parece una película menor, un entretenimiento banal, con un discurso más conservador de lo que a primera vista parece.
  • Black death (2010) - Christopher Smith. Película directamente estrenada en DVD en nuestro país. Su historia se desarrolla en la época medieval, durante los días más duros de la Peste Negra. Uno cree que va a encontrarse con el típico relato de aventuras pero topa con una película extraña, desoladora, que muestra las atroces consecuencias de la ignorancia y el analfabetismo. Rodada con eficacia y pulso firme, su giro final redimensiona toda la historia. Un joyita a descubrir.
  • Las amistades peligrosas (1988) - Stephen Frears. Poderosas interpretaciones en un película suntuosa y decadente que avanza a empujones y se sostiene por la fuerza de sus dos personajes principales.
  • In the loop (2009) - Armando Ianucci. Terrible y demoledora sátira sobre los fontaneros de la política que manejan los hilos del mundo. Su visión te deja una sensación absolutamente agria y desoladora, porque las sonrisas que provoca se mezclan con cierta estupefacción cuando uno se descubre planteándose que mucho de lo que ve, aunque un tanto exagerado, puede estar sucediendo cada día en las más altas instancias.
  • Hasta que llegó su hora (1968) - Sergio Leone. Desmesurada, maravillosa, hipnótica, apabullante y genial. Leone es el primer posmoderno del cine. En su cine (y especialmente en esta película) referencia continuamente a los más grandes del género para homenajearlos y al tiempo subvertir su mensaje. Nadie como Ford había retratado los grandes espacios de Monument Valley  hasta que llegó Leone con esta película. Personajes desgarrados, a los que la civilización alcanza, que ven como su mundo se acaba mientras ajustan cuentas entre ellos.

22 diciembre 2011

Recuerdos de otros tiempos


Siempre fue una noche especial, repleta de expectativas, vivida con ilusión, llena de risas, llena de gritos, llena, repleta de hermanos, nadie más, nada menos. A veces mis recuerdos se deslizan por el territorio espacial y sentimental que reconstruye la incombustible Cuéntame y me encuentro sonriendo ante imágenes sueltas que pululan a su antojo por mi memoria: las siestas preparatorias, el despertar ante el grito ahogado de un pavo que perecía a manos de mi madre ante los ojos horrorizados de mis hermanas, el olor a sabrosa comida que inundaba perezosamente la casa a medida que avanzaba la tarde, el discurso del rey que sentaba a mi madre, frenética durante todo el día, junto a mi padre, que plácidamente fumaba intentando encontrar el detalle que diferenciaba lo dicho ese año de lo dicho el anterior, los hermanos sentados a su alrededor, en silencio, intentando comprender la importancia de esas palabras… Es curioso. Posteriormente, a medida que pasan los años, vamos desapareciendo todos de ese fotograma emocional, lentamente, al tiempo que crecemos, que pasamos a ser adolescentes primero, protoadultos después y ya adultos al final, nos diluimos como en esas elipsis cinematográficas que marcan penosamente el paso del tiempo. Hoy ya sólo queda mi madre, allí sentada, escuchando al rey, mientras los demás huimos a la cocina e intentamos reencontrarnos y reconocernos mediante conversaciones intrascendentes. Lo que una vez fue subversivo hoy es trivial y esa imagen solitaria de mi madre me produce ahora una extraña tristeza. El 24 es la navidad. Siempre lo fue, lo demás era secundario. Ese día, con su noche incorporada, marcaba el principio de una época gozosa, sin clases, con eventos especiales, con normas que alegremente se rompían y la sensación de que el tiempo se dilataba para siempre. Cenábamos y hablábamos. Bueno, en realidad engullíamos y gritábamos… El  tiempo casi todo lo destruye o tergiversa, pero aquellas cenas de navidad donde aún estábamos todos, antes de diásporas y ausencias, voluntarias o desgraciadas, se resisten al olvido. Por ahí siempre anda mi hermano pequeño, Migue, y esas pataditas que nos dábamos bajo la mesa cuando alguna situación nos divertía o advertíamos que alguno de los demás hermanos, debido a su incontinencia verbal, iba a ser el fatal destinatario del comentario irónico o ácido de mi padre. Tras los postres aparecía el champán, el momento tenso del corcho suicida, las copas que entrechocaban y la maquinaria de la limpieza general que se ponía en marcha para poder trasladarnos al salón y disfrutar allí del resto de la velada. Era el momento que más disfrutaba. Había que correr para situarse estratégicamente, alrededor del brasero, mientras la mesa se iba llenando de dulces, bebidas y chucherías, conformando una orgía cromática que hace que aún hoy salive pensando en ello. La cosa empezaba fuerte, las pullas y los puñales de fogueo seguían volando a mi alrededor, mi madre montaba su teatrillo de cada año en torno al cigarro que ceremoniosamente mi padre le entregaba, nosotros la jaleábamos gozosos e incluso a veces, se nos permitió una calada iniciática que nos cogía por sorpresa y nos generaba a los pequeños emoción y nerviosismo. La noche iba avanzando, decayendo, mi padre se iba durmiendo tumbado por la bebida y uno a uno terminábamos desfilando hacia las camas. Los años pasaron, el niño que fui se convirtió en adultescente, el ambiente familiar se enrareció y el  24 de diciembre se convertió cada año en un punto de encuentro incómodo aunque necesario. Las tensiones hacían irrespirable la convivencia familiar, tensiones idiotas que fueron mal gestionadas y que dinamitaron en parte durante años estos encuentros, pero que también marcaron en muchos casos las trayectorias de cada uno de nosotros. Los recuerdos de esa otra época son diferentes. La brecha tal vez la marque la noche del anís. Otro de mis hermanos, Juanma, ya vivía fuera de casa y aquella nochebuena, cuando todos se acostaron, nos quedamos solos, charlando y bebiendo, hasta acabar una botella de anís, que era lo único con alcohol que teníamos a mano. Aquella noche vimos, más allá de las cuatro de la madrugada, ¡Qué bello es vivir! de Frank Capra. Fue la última vez que recuerdo haber visto una película de Capra y tener la sensación de que estaba viendo algo excelente. Fue la primera nochebuena de muchas otras (fordianas) que se llenaron de whisky y conversación hasta el amanecer.

Me gustan los ritos. Siempre me han gustado, Mantener pequeñas ceremonias que se repiten en el tiempo y a las que acudo sabiendo a priori lo que va a pasar. No suelo ser esclavo de convenciones sociales impuestas desde fuera, pero en cambio sí lo soy de algunas mis obsesiones rituales. Hasta que el paso del tiempo hace imposible mantenerlas. De momento mañana vuelvo a Sevilla. A casa de mi madre. Con mis hermanos, cuñados y sobrinos. A pasar la nochebuena. Faltarán algunos. Demasiados. Mala suerte. Pero yo estaré de nuevo allí. Y me vuelve a apetecer.

14 diciembre 2011

On the road (again)

Hoy estoy fuera del circuito educativo. Me han echado, me han enseñado la puerta de la calle, me han apartado y dejo de ser profesor (de momento) por este año. He de agradecérselo al dúo dinámico madrileño, ése que componen Aguirre y Figar, que están dejando la educación en Madrid como un solar sin esperanza, arrasado, destruido. Y estoy tocado, es cierto. Cómo evitarlo cuando tantos chicos y chicas te despiden con el cariño, el respeto y la lealtad que me han mostrado. Ha sido especial por sorpresivo, lo reconozo. Tan poco tiempo. Sé que algo debo hacer bien cuando recibo todo lo que hoy he recibido. Es lo que me llevo. Tres meses, un trimestre, un pueblo de la sierra de Madrid. Jodido pero contento. Ha sido un placer. Hasta otra. Hasta siempre.

02 diciembre 2011

Criptografía emocional


¿Cuál es el valor de un escritor? ¿Qué significa triunfar? ¿Quién ganó el último premio de esta semana (que nunca leeré)? Los premios, las trincheras, el mundillo literario, la decepción... Entender que es importante, entender que no lo es, comprender la vanidad, comprender la frustración, trasladar el cariño, transmitir la admiración, trascender a la familia, compartir la emoción, desayunar con quien está a punto de dormir… Y qué más da, y qué importante es, y recordar, y recordarle, aquellas líneas metálicas que escribió, hace mucho tiempo, tanto tiempo, y esas otras, perrunas, no hace tanto, la emoción que provocaron, y las que no terminan de convencer, sí, pero están al borde del aplauso, como sólo lo están las que escriben aquellos a los que se les exige porque se sabe lo que pueden ofrecer. Como Dostoievski. Dicen. Los años. Pasan. Conectas con quién antes ni siquiera reparabas. Demasiados obstáculos. Demasiados prejuicios. Mutuos. Los años. Hay gente que merece la pena. El tiempo. La familia. Un abrazo.

28 noviembre 2011

La marea verde resiste

Mañana 29 de noviembre estaremos de nuevo en huelga. Pasan los días. Pasan los meses. Ves como la gente se desinfla a tu alrededor. Ves como algunos de los que más soliviantados estaban hace algunos meses ahora parece que ya nada les molesta. El silencio sobre la huelga de mañana en mi centro es ensordecedor. Llevo días valorándolo, entendiéndolo, analizándolo. Poniendo pequeñas piedras en el camino de algunos compañeros para ver su reacción, para ver cómo sortean el problema, cómo silencian su  capitulación. Porque nada se ha conseguido y por tanto tiene tanto sentido dejar de luchar ahora como no haber empezado en septiembre. Ninguno. Y por tanto la misma calificación me merecen los que abandonan ahora el barco como los que entonces ni siquiera embarcaron. Pero hoy prefiero centrar mi atención en los espartacos. En la resistencia. En los incansables. En lo que no fallan. Tengo la suerte de que varios me rodean, son cercanos, amigos. Y mañana seguirán dando por saco en distintos centros de distintos puntos de la Comunidad de Madrid: Rafa seguirá luchando denodadamente contra todo y contra todos, contra el desánimo que generan los que se quedan atrás y contra la incomprensible incoherencia de tanto profesor melifluo; un Alberto estará presente en espiritu desde Jaén, desde la pausada certeza de seguir haciendo lo que hay que hacer más allá de ruidos y visceralidades; el otro Alberto seguirá siendo el faro que ilumina la pobredumbre de su centro, el profesor que dignifica un claustro cavernario al que se enfrenta sin dar un paso atrás; Manuel superará una vez más su propio derrotismo y seguirá formando parte de las filas de los rebeldes, afirmando tal vez que lo hace por nosotros pero sin comprender que por mucho que lo pretenda no vamos a dejar de pensar que su batalla es la nuestra no sólo por lo emocional, sino también por su propia necesidad de ser coherente y presentar batalla; Fernando, como buen astur, seguirá luchando como hicieron sus ancestros, caminado de frente y sin dudas, riendo mientras cae, cayendo mientras se levanta y levantándose mientras lo vuelven a tirar.

Y también seguirán formando parte de nuestras huestes Laura, Bea, Pilar, Marian, Vanesa, Honorio, Rubén y tantos otros que, aunque no nombre, seguro que persistirán por dignidad y coherencia.

Y por supuesto, Carol y yo

Mañana los fríos números tal vez digan que fracasamos. Pero si miro a mi alrededor seguro que será difícil no sentirme, al menos, orgulloso de estar donde tengo que estar y hacer lo que tengo que hacer.


27 noviembre 2011

Un relato digital: la vida de Cecilia

Hace unos meses, dentro de una de las asignaturas del Máster en Comunicación y Educación en la red, participé en la elaboración del siguiente relato digital. Cada uno de los los componentes del grupo de trabajo (Marga Serrano, Israel Vacas, Amaia Arroyo, Lucía Camarero y yo) se encargó de construir retazos de las distintas etapas de la vida inventada de una científica, futuro premio Nobel, llamada Cecilia Arbesa, a partir de los cuáles se podría intentar conocer su trayectoria vital. No tengo aún bien definida mi opinión sobre este tipo de obras "interactivas" que permiten cierta libertad al receptor a la hora de navegar y dilucidar los itinerarios a tomar. No les encuentro el punto y creo que aunque pueden ser muy estimulantes para los creadores (como fue en nuestro caso) el resultado es más bien superficial y plúmbeo para el receptor que sólo lo "disfruta". En todo caso aquí lo dejo.

Pinchando en la foto se llega a una web que simula el obituario de Cecilia y se encuentra información sobre las cinco etapas de su vida: infancia, adolescencia, juventud, madurez y vejez. Yo me ocupé de la adolescencia utilizando un video y un blog (a los que se accede pinchando en los enlaces que se señalan), aunque la arquitectura básica del relato y de lo que íbamos a plantear se pueden considerar, sin lugar a dudas, una construcción colectiva.


Pd: un saludo a mis compañeros de "relato". Sin ellos (y otros con los que trabajé en otras asignaturas) hubiera sido mucho más complicado superar la primera etapa de este Máster. Ahora, inmerso en la soledad que provoca un TFM (Trabajo de Fin de Máster) que nunca parece que tenga tiempo de empezar, añoro su constante presencia y los ánimos que me infundaban.

19 noviembre 2011

Reflexiones (agrias) para estos tiempos (cutres)

Tiempos cutres.  Una definición perfecta. Un buen amigo, mirando al infinito, y tras un segundo de reflexión, se refería así a los momentos que vivíamos, mientras nos evadíamos de una cansina cháchara discutiendo en voz baja la viabilidad (económica) de tomarnos una segunda copa.
  • Grecia e Italia han mostrado el camino. Tecnocracia, lo llaman. Golpe de Estado de guante blanco, más bien. Al final el pavo éste va a tener razón cuando decía que Goldman Sachs controla el mundo. Así, de repente, tres de sus hombres controlan directamente Grecia, Italia y el BCE. Indirectamente… dejemos volar la imaginación conspiranoica.
  • Una de las consecuencias más importantes de no tener hijos: no tengo tan fácil justificar patéticas decisiones personales que entren en contradicción con mis discursos. Los hijos como gran excusa para no hacer lo que se debe hacer. Seguido muy de cerca por la hipoteca. Y creen que cuela. Y que los tienes que entender. Por los cojones.
  • Veamos el futuro panorama televisivo de Madrid: TVE (en manos del PP… ¿Volverán Urdaci y Buruaga? ¿O se traerán a Nacho Villa desde Castilla La Mancha?), Antena3 (su directora de informativos está casada con Piqué, antiguo ministro de Aznar, y la empresa matriz edita La Razón…¿Hace falta saber más?), T5 y Cuatro (en manos de uno de los mayores crápulas de las últimas décadas, representante real de la esencia del capitalismo: “todo para mí y que se jodan los demás”), La Sexta (que tras las elecciones le quedarán dos telediarios. Pretende pasar por crítica y de izquierda porque hace humor con los tópicos más tontos de la derecha liberal y conservadora. Con qué poco se conforman algunos), Intereconomía (la caverna: delirante, ridícula, extremadamente nociva), Telemadrid (bastión de La Marquesa: jamás vi un canal público menos plural y tan manipulado como éste), Veo TV (El Mundo más casposo en manos del púgil de los medios Carlos Cuesta… El careto de este tío mientras ejerce de imposible moderador en las tertulias no tiene precio), 13 TV (puro y cutre conservadurismo moral. Canal propiedad de la iglesia católica española. Poco que añadir, salvo que entiendo que parte de su presupuesto lo pago yo con mis impuestos), Libertad Digital (lo que empezó como un proyecto liberal moderno se ha convertido en un lugar de rencor, miseria y abyección moral)… Más allá de estos canales están los de echadores de cartas, pitonisos, concursos amañados y demás morralla…
  • Dicen que hay libertad de prensa en España. Yo miro los medios televisivos por los que se informan los madrileños y me descojono. Libertad del capital para comprar medios y no de los ciudadanos para informase críticamente comparando voces. Y luego vendrá el tonto elitista de turno y diré que no ve la tele y que en esta época de Internet ya no es tan importante. Idiotas.
  • Los mercados aprietan a España junto antes de las elecciones. No tengo dudas, es el último empujón del capitalismo financiero para amedrentar a la población y que la derecha liberal arrase en las elecciones
  • Llevar una camisa verde defendiendo la educación pública hace que expedienten y sancionen a dos limpiadoras de un colegio público. Mientras, muchos de mis compañeros bajan la cabeza y se arrugan como pasas ante mis ojos.Y son funcionarios con el puesto laboral mucho más seguro que ellas.
  • Una mujer termina muriendo mientras ejerce de pelota de ping pong entre distintos hospitales catalanes. Hace falta recortar, dicen. Que se corten ellos las pelotas y nos dejen a los demás en paz.
  • Los silencios del café. No querer molestar. La autocensura. La discreción. Siete profesores de huelga de veinte posibles… Tanta educación… Venga, no me jodas
  • Ante las elecciones de mañana: las gaviotas genovesas acechan. Los tiempos cutres serán oscuros

Sí, estoy encabronado... ¿Algún problema?

09 noviembre 2011

Guía didáctica de Gattaca

Hace unos meses preparé esta guía para trabajar en clases con los alumnos diferentes conceptos relacionados con el cine, la ciencia y la sociedad. Se puede acceder directamente a ella pinchando en el siguiente enlace (desde donde también se puede descargar para leer con mas facilidad)
Guía didáctica de Gattaca

22 octubre 2011

Días feos

Hay días feos, en los que uno sabe que no hará lo que tiene que hacer, en los que no estará donde tiene que estar ni junto a aquellos con los que desea caminar. Hay días en los que luce un sol luminoso pero uno se deja puesto el pijama y baja las persianas, dejando que pasen las horas, sin esperar nada puesto que nada puede ofrecer. Días de transición que enfangan el espíritu y derrotan hasta al más luchador, porque ni siquiera son lo suficientemente negros para rebelarse contra ellos pero invaden con su tediosa tonalidad gris cada una de sus minutos. Mientras el tiempo avanza ominosamente buscando la llegada de la noche.

Habrá que autoanimarse un poco. Los diferentes apelativos con los que el profesor que sustituye al profesor Keating/Interino intenta hacer bajar de las mesas a los alumnos me han hecho sonreír

05 octubre 2011

Ni respeto, ni comprendo

Tal vez sea porque la gente confunde el significado de las palabras, pero llevo unos días escuchando decir a algunos compañeros, profesores como yo, que hay que respetar a aquellos que toman la decisión de no hacer huelga en el que es uno de los momentos más críticos para la supervivencia de la educación pública (tal y como la conocemos) de la historia de la democracia. Yo no comparto esa idea, yo no respeto a todos aquellos que no hacen huelga. Ni los respeto, ni soy comprensivo con sus posturas, ni tampoco voy a aceptar como válidas o razonables algunas justificaciones que se dan sólo porque hay que ser correctos para no romper la (supuesta) armonía de los claustros. Cuando empezamos a trabajar en la educación aprendemos rápido que el respeto no se impone ni se exige a los alumnos actuales. El respeto hay que ganárselo. Pues lo mismo sirve para este caso. Me explico.

A pesar de que pueda sonar extraño sí me parece respetable y lógico que aquellos profesores que se alinean con las tesis del PP no se adhieran a las huelgas convocadas. Son compañeros que en su alienación consideran que en momentos de crisis los profesores deben trabajar más horas lectivas auque eso contravenga las leyes y redunde en una peor calidad de las clases impartidas; que creen que las consecuencias académicas de que un excesivo número de profesores no especialistas se haga cargo de materias que no domina puede ser suplido con voluntad y esfuerzo (aunque ellos tampoco vayan a esforzase demasiado, al fin y al cabo tienen un alumnado que, según ellos, no lo merece); que defienden (o no les molesta) la parcial privatización de la educación, porque en el fondo trabajan en la educación pública como mercenarios infiltrados y nunca han creído en la importancia de este tipo de oportunidades generales; que están siempre dispuestos a volcar sobre los alumnos y las familias la responsabilidad de la mala calidad que la educación pública dicen que ofrece, obviando siempre su propia responsabilidad y la de la Administración que defienden. Es normal que no hagan las huelgas, han hecho una elección ideológica, han tomado una postura cuya existencia se debe respetar, aunque ello no signifique que haya que respetar sus argumentos manipulados y falaces. Porque estas huelgas las hacemos también contra ellos, ya que son el caballo de Troya del Gobierno de Aguirre en el seno de los claustros.

Pero a los que no respeto ni comprendo son a los que sí consideran que la educación pública se degrada a posta en Madrid; sí entienden que las nuevas normas significan un ataque directo a la educación pública; sí son conscientes del caos organizativo que se está generando en los centros educativos; sí participan activamente en los corrillos de los pasillos o en la cafetería mostrando su indignación por lo que se está haciendo… Pero con el paso de los días, cuando han de volver a definirse, a mojarse, a actuar como parte de un colectivo laboral ejerciendo su legítimo derecho a huelga contra estas políticas educativas, cuando llega el momento de defender sus derechos laborales y los derechos a una educación digna de sus alumnos, no dan el paso al frente y reculan cobardemente. Nadie está obligado a hacer una huelga, lo sé, pero por higiene mental y por dignidad deberían al menos evitarnos escuchar sus peregrinas excusas a los que sí las hacemos. Suelen hacerlo con el gesto contrariado, aludiendo siempre a oscuras abstracciones que nunca se pueden constatar, utilizan el supuesto derrotismo de otros para justificarse, y ejercen de falsos profetas anunciando un seguro fracaso al que precisamente aboca su propia actitud. Por supuesto, siempre encuentran responsables del fracaso de las huelgas y de la no obtención de los objetivos deseados en otros grupos de compañeros: sin son profesores con plaza arremeten contra los equipos directivos porque deberían haber dimitido o acusan a los interinos (sin pruebas) de ser poco participativos en las reivindicaciones, sin ser capaces de mirarse ellos mismos al espejo para no encontrarse con su triste realidad; si son profesores interinos se lavan las manos y dejan que sea el rencor el que hable por su boca para acusar a sus compañeros con plaza de insolidaridades pasadas con las que justificar su miserable y suicida inacción presente. Cuando algún otro compañero les desmonta algunas de estas tesis o apela a la necesidad de mantenerse unidos en estos momentos de lucha, el gesto anteriormente crispado desaparece y deja paso a un gesto lastimero, casi lacrimoso, adecuado para aportar la última y definitiva excusa, ésa que la corrección social obliga a aceptar sin hacer preguntas y con un gesto de comprensión: “no me puedo permitir perder el dinero de los días de huelga”. No es políticamente correcto decirlo, ya lo sé, pero para mí es la más miserable de las excusas, la menos respetable de todas ellas. Cuando algunos profesores empiezan a cabecear, compungidos, con la mirada perdida, aludiendo a que no pueden mantenerse en huelga por una cuestión económica siento como me hierve la sangre. De media cada día de huelga supone una pérdida entre 75 y 100 euros.  Llevamos tan sólo cinco días de huelga  en casi mes y medio de curso, y si se cumple lo que proyectan los sindicatos en total serán seis días de huelga los convocados para los meses de septiembre y octubre. Seis puñeteros días en dos meses. Menos de 600 euros de un total de entre 3500 y 4000 euros netos.

Desde el principio le hemos explicado a la sociedad que estas huelgas y estas reivindicaciones no eran por motivos salariales sino por mantener unas condiciones de trabajo que permitan alcanzar una mínima calidad en la enseñanza pública. Pero estos compañeros, curiosamente, sí priorizan el dinero y su propia calidad de vida, y encima pretenden que les comprendamos por ello. Apesadumbrados terminan afirmando con firmeza que cuentes con ellos para las manifestaciones y las concentraciones (aunque evidentemente esto tampoco suele ser verdad) pero que no harán huelga (o que se lo pensarán, porque tampoco les gusta soportar la presión de grupo) porque no se lo pueden permitir. Es cuanto menos sorprendente, lo reconozco, sin acritud (o con ella): no era consciente de que hubiera en Madrid tantos profesores de Educación Secundaria que vivieran al borde de la indigencia. Pobrecitos. Sobre todos los que ya tienen su plaza fija. Algunos de ellos son los mismos interinos que años anteriores no hicieron las huelgas porque no podían perder ese dinero puntual de un día, ya que tenían que pagar la hipoteca u otras historias… ¿Cómo estarán pagando ahora esas hipotecas? Con el dinero del paro no puede ser, porque no les llegaría, tal era su grado de endeudamiento por entonces (o al menos lo que sugerían sus palabras). Otros son los mismos que, sin darse cuenta, semanas antes de estas jornadas de lucha, te relataban alborozados sus aventuras veraniegas por Asia o Europa. Seguro que no les escuché con la suficiente atención y estos viajes los hicieron en plan mochilero, haciendo autostop y comiendo frutos salvajes de los bosques que atravesaban. Porque está claro que estos viajes realizados de manera turista convencional no son precisamente baratos, y es imposible que los disfrutaran los mismos que hoy tratan de apelar a mi comprensión hablándome de estrecheces económicas. Y por supuesto habrá casos (los menos, seguro) de compañeros que tienen problemas reales por diversas circunstancias personales y la pérdida del dinero de estas huelgas realmente les supone un gran perjuicio…Los hay, claro, pero no creo que nadie pueda aducir que por hacer estas huelgas sus hijos se van a quedar sin comer. Simplemente durante un par de meses se tendrían que apretar el cinturón un poco más fuerte de lo habitual. Es más, casualmente conozco al menos tres casos de este tipo (dos de ellos son amigos personales), que a pesar de encontrarse en situaciones realmente apuradas están al pie del cañón, son honestos con sus discursos y participan activamente de las huelgas y movilizaciones

Por lo tanto, lo dicho: ni respeto, ni comprendo. Por supuesto sí respeto a la persona y mantengo la necesidad de ser educados entre nosotros como  premisa fundamental para poder vivir en sociedad. Pero que no me vengan con más milongas, que no me vengan con sus dudas interesadas, que no me vengan con su derrotismo calculado, que no pretendan mi empatía. No la van a tener. Sólo mi indiferencia y mi desprecio.