28 mayo 2016

Las 30 mejores películas que vi: 2010-2015

Los que siguen este blog saben que, desde hace tiempo, mantengo la costumbre de escribir un post cuando acaba el año donde comento todas y cada una de las películas nuevas que he visto. Cuando digo nuevas significa que anteriormente, hasta ese momento, nunca las había visto. De las casi 500 que tengo comentadas entre 2010 y 2015 he recopilado las 30 que más me han gustado durante todos estos años. Están ordenadas de manera cronológica según las fui viendo, desde el año 2010. Cuando escribo (cine) es que esa película la vi en pantalla grande. Estas son las elegidas:
  • La cinta blanca (2009) - Michael Haneke (cine). De lo mejor que vi ese año en el cine. Mediante una pulcra y elegante fotografía en blanco y negro se hace un retrato demoledor de los efectos de la represión en la educación de los niños. El plano final es antológico.
  • El año pasado en Marienbad (1960) - Alain Resnais. Cine con mayúsculas que introduce al espectador en un laberinto onírico de salas, pasillos, espejos y personajes extraños. El silencio perturba tanto como la átona y redundante voz en off. El resultado es una de las películas más misteriosas, inextricables y fascinantes de la historia del cine.
  • Hasta que llegó su hora (1968) - Sergio Leone. Desmesurada, maravillosa, hipnótica, apabullante y genial. Leone es el primer posmoderno del cine. En su cine (y especialmente en esta película) referencia continuamente a los más grandes del género para homenajearlos y al tiempo subvertir su mensaje. Nadie como Ford había retratado los grandes espacios de Monument Valley hasta que llegó Leone con esta película. Personajes desgarrados, a los que la civilización alcanza, que ven como su mundo se acaba mientras ajustan cuentas entre ellos.
  • El desencanto (1976) - Jaime Chávarri. Una de las joyas ocultas del cine español. Las fronteras entre el cine documental y el de ficción se derrumban ante obras como ésta. Poética, sensible, hermosa, decadente, la historia de los Panero avanza entre retazos de nostalgia y despreocupación social y familiar hasta que la irrupción de Leopoldo, el mediano de los hijos, arrambla con todo y sirve para desenmascarar las ficciones y las máscaras de una de tantas familias que vivieron cómodamente en el franquismo, para así, desde lo particular hasta lo general, componer un retrato de la España franquista de clase media (ésa que cierto político vasco afirmó que “vivía con enorme placidez”) que desaparecía.
  • Take shelter (2012) - Jeff Daniels. Apasionante e inquietante película en la que un ciudadano de la América profunda comienza a tener visiones que adelantan el fin del mundo. Una de las mejores películas de aquel año que utiliza la historia como excusa para investigar en la psique colectiva del pueblo norteamericano y en su transformación en un país atemorizado por todo tipo de amenazas (imaginarias o no) procedentes del exterior.
  • Arrebato (1979) - Ivan Zulueta. Impactante, arrebatadora, sugestiva, extraña y subversiva. Una película fantástica, un testimonio fílmico de amor pasional al cine, un historia sugerente sobre el poder destructivo de las drogas y sobre la necesidad del cine, entendido éste como una forma de vida. Imprescindible.
  • Moonrise Kingdom (2012)- Wes Anderson (cine) La penúltima película dirigida por Anderson sea tal vez su obra maestra hasta el momento. Vuelve a usar con inteligencia alguna de las constantes más evidentes de su universo particular, como esos niños con modos de adulto sin por ello dejar de parecer niños, y esos adultos desorientados que terminan aceptando la brújula vital que los niños le muestran. Además, la construcción del relato es más compacta que en otras ocasiones y el drama se cuela con naturalidad en esa visión agridulce del mundo que este director nos ofrece. Fantástica. Extraordinaria.
  • El último tango en París (1972) - Bernardo Bertolucci. Qué decir de una película de la que se ha dicho ya todo. Sólo destacar por tanto la importancia brutal que tiene la interpretación de un Marlon Brando en estado de gracia que es el que eleva la historia hacia cotas inimaginables. El misterio que lo envuelve lo hace al espectador tan atractivo como a su amante y la revelación final de la cruda realidad mediocre de su condición hace que entendamos perfectamente la resolución final a la que se ve abocada ella. Indispensable.
  • Holy motors (2012) - Leos Carax (cine) Una película fascinante y cautivadora. Con multitud de puntos de fuga posibilita múltiples lecturas mientras asistes a las dolorosas transformaciones de un inmenso Dennis Levant en los diferentes personajes a través de los que el director reflexiona sobre la historia y futuro del cine, sobre el ser humano y el paso del tiempo y sobre los sueños, lo que somos y lo que quisimos alguna vez ser.
  • Diamond flash (2011) - Carlos Vermut. Rareza que ya se ha convertido en película de culto de minorías. Estrenada inicialmente sólo a través de la red, es una extraña deconstrucción del mito de los superhéroes sustentada a través de diferentes y duras historias de corte social mínimamente entrelazadas. Impacta, seduce, sorprende. Merece mucho la pena.
  • La puerta del cielo (1980)Michael Cimino (cine). Una obra mayor. Muy grande, tan grande y tan desmesurada. La leyenda negativa la persigue, la hace la responsable final de la destrucción del cine de autor americano de los setenta. Por megalómano y consentido. El último cine para adultos que Hollywood produjo. Hay que verla sin prejuicios, despojada de esa aura de fracaso y malditismo que arrastra. Western crepuscular, moderno, social y maravilloso. Fantástica.
  • The master (2012)Paul Thomas Anderson (cine). Una de las mejores películas que vi en 2013. Compleja, sutil, ambiciosa, profunda y apasionante. Interpretaciones increíbles para la historia de amor y rencor entre dos tarados. Uno que construye lentamente una secta que gira alrededor de su supuesto carisma y otro que trata de encontrarse a sí mismo y dar sentido a su vida desde sus evidentes limitaciones mentales. Philip Seymour Hoffman y Joaquin Phoenix bordan ambos papeles. Genial. No se puede dejar de ver.
  • Amor (2012) Michael Haneke (cine). La enfermad y la muerte. El paso del tiempo. El amor, la cotidianeidad. Haneke en estado de gracia. Contiene una de las frases más hermosas de la historia del cine. La dice la protagonista, ya con evidentes problemas de memoria y movilidad por culpa de una enfermedad degenerativa. Mira un álbum de fotos antiguo. Mientras lo hace, sentada junto a su marido, musita: "qué bonita la vida… y qué larga". Impresionante.
  • Old boy (2003)Park Chan Wook. Sorprendente, impactante, retorcida y con secuencias que quedan para siempre en la memoria. Un despiporre visual y argumental. Absolutamente recomendable.
  • Los amantes del Pont Neuf (1991)Leos Carax. Qué película más bonita. Qué historia de amor tan desesperada, tan miserable, tan humana. Un gozo para los ojos, cine de extraordinaria calidad. El baile enloquecido y desquiciado de los dos protagonistas en la noche de fin de año es una de esas secuencias que corta la respiración y detiene el tiempo, en la que el cine se hace arte y alcanza una dimensión diferente. Extraordinaria
  • Después de mayo (2012)Oliver Assayas. Narración con tintes autobiográficos en la que se cuenta la convulsa juventud militante de algunos jóvenes antisistema en la Francia de los setenta, en plena resaca histórica del mayo del 68. Humana y contradictoria, tan realista como amarga, destila un cierto derrotismo imposible de superar ante la necesidad de rechazar los ideales para construir los cimientos de una vida personal y profesional. Algo tan lógico y comprensible como al tiempo egoísta y miserable. De lo mejor del año.
  • La caza (1965)Carlos Saura. Un calor que enloquece, el erial, los conejos, la muerte, el pasado tan presente. El sudor, tanto sudor, la rabia hipócrita que consume a los personajes, la envidia, el rencor y el paso del tiempo. Una película extraordinaria que sigue viva más allá del paso del tiempo, que se mantiene joven y que transmite a sus espectadores una podredumbre moral que resulta útil para comprender los lodos sobre los que está edificado la España moderna
  • El lobo de Wall Street (2013) ­– Martin Scorsese (cine). Un Scorsese pata negra. Su mejor película en muchos años, tal vez desde Casino. Absolutamente frenética y con un Di Caprio volcado. El espectador queda apabullado ante el cinismo que destila la historia, el desenfreno, el descontrol y la falta de escrúpulos y de raciocionio de cierta parte del mundo de las finanzas. Un apunte: como siempre pasa con el cine de Scorsese, a pesar de la dudosa moralidad de los personajes y de los delitos que cometen defraudando tanto a ciudadanos individuales como al fisco, el director parece no poder evitar sentir simpatía por estos hijos de puta individualistas, miserables y egoístas, y conseguir que nosotros hagamos otro tanto. Al final terminamos convertidos los simples mortales en meros espectadores patéticos de las andanzas de "los que se arriesgan" a vivir de otra manera.  Y Scorsese "nos filma". Dos veces. Cuando muestra al tipo del FBI en el metro. Y como asistentes imbéciles de la charla motivacional que al final imparte el personaje que interpreta Di Caprio. 
  • La gran belleza (2012) Paolo Sorrentino. Una auténtica gozada. Sorrentino, transmutado en un Fellini del siglo XXI nos traslada con mano firme la decadencia y el vacío que rodean a las élites presuntamente intelectuales de una Roma desconcertante y onírica. Peliculón
  • Snowpiercer (2013)Bong Joon-Ho. Una inteligente distopía enmascarada tras una convencional película de acción con toques asiáticos. Una de las películas más recomendables del año cuya carga política pasará desapercibida porque ni los unos, creadores y distribuidores, se atrevieron a explicitarla mejor, ni los otros, los espectadores, estarán dispuestos o capacitados para ver más allá de la acción convencional y reflexionar sobre un final violento que apuesta por una solución radical al viejo conflicto marxista.
  • Boyhood (2014)Richard Linklater (cine). Tal vez la mejor película de ese año. Brillante propuesta de un Linklater obsesionado con mostrar el paso del tiempo en la vida de un niño, desde la infancia hasta la mayoría de edad. Y lo hace a través de retazos (rodados durante más de una década, mientras los actores crecían al ritmo de sus personajes) que se alejan de los momentos de trascendencia para centrarse en los supuestamente irrelevantes, en algunos de los muchos que pueblan la vida de todos nosotros, mediante los que nos cuenta el difícil tránsito desde la dependencia emocional infantil hasta la primera lucidez adolescente previa a la mucho más gris vida adulta; donde todos sobreviven sin brújula, perdidos. Imprescindible. Maravillosa.
  • Magical girl (2014)Carlos Vermut (cine). Una de las películas más importantes de ese año. Vermut confirma todo lo que apuntara en su excelente opera prima (Diamond flash) y nos ofrece una película de extraordinaria calidad: dura, difícil, delicada por momentos, con unos personajes extremadamente frágiles a través de los cuales, de manera sutil, se adentra en las tinieblas del alma humana, construyendo un relato coral en el que de manera inevitable, y por mucho que intenten evitarlo, seres extraordinariamente dañados por la vida sólo sobreviven y tienen un respiro a base de hacer daño a otros que están tan jodidos como ellos. Fabulosa.
  • Dos días y una noche (2014)Hermanos Dardenne (cine). La película que mejor ha retratado los devastadores efectos de la crisis en los trabajadores no cualificados nos llega desde Bélgica. Marion Cotillard, en uno de sus mejores interpretaciones, se transforma en una empleada que justo al reincorporarse a su puesto de trabajo, tras una larga baja por depresión, se encuentra con que su empresa obliga a sus empleados a elegir entre mantener su paga extra o despedir a uno de ellos. Tras una primera votación en la que se deciden por su paga y por tanto aceptan el despido del personaje interpretado por Cotillard, esta tendrá dos días y una noche para hablar uno a uno con sus doce compañeros, y así intentar hacerles cambiar de opinión en la votación definitiva. La película nos muestra de manera dolorosa como la evolución del capitalismo y la destrucción de los lazos (también sindicales) entre los trabajadores sólo nos ha llevado hacia una soledad alienante en la que, tras el cuento del individualismo competitivo, solo se esconden un derrota perpetua y una pérdida de autoestima que entronca con la pérdida de identidad y la corrosión del carácter de las que hablara el sociólogo Sennet. El tono final es a pesar de todo optimista: tal vez debido a la tormenta que nos devora uno a uno nos tendremos que dar cuenta de que solo desde el combate político y social en defensa de nuestros derechos podremos recuperar nuestras vidas. Imprescindible.
  • Interstellar (2014)Christopher Nolan (cine). Ambiciosa, irregular, emocionante, demasiado discursiva en ocasiones, un McConaughey genial, visualmente espectacular. Película de ciencia ficción con tintes filosóficos en la que, junto a decisiones argumentales cuestionables (e incluso chapuceras), se encuentran algunos de los mejores minutos de cine del año. A ratos, soberbia.
  • Dos semanas en otra ciudad (1962)Vincente Minelli. Es tan buena que hace daño. Una de esas películas-testamento con las que el viejo Hollywood se desnudaba y mostraba por fin su alma cínica y corrompida, sabedor de que su tiempo, por fin, ya había pasado. Minelli había filmado anteriormente Cautivos del mal, otra obra maestra que también mostraba las entrañas de la industria del cine de Hollywood pero con otro filtro, igual de cínico tal vez, pero con la potencia de los que se saben en plena forma y pueden aun disfrazar sus miserias tras la satisfacción final del éxito conseguido. Aquí, en cambio, Minelli ha envejecido, tal vez empieza a verse fuera del sistema, como sabe que les está ocurriendo a otros grandes como Ford, Lang o Hawks. Y ya no esconde nada: traslada al anciano director, interpretado magistralmente por Edward G. Robinson, todo el dolor de una generación de directores que veía cómo se derrumbaba su universo a su alrededor mientras ellos aun se veían capaces de alumbrar grandes películas (que sabían, por otro lado, que ya nadie quería ver). Traslada a un maduro Kirk Douglas la tortura que para un actor supone que las luces de neón empiecen a alumbrar a aquellos que vienen por detrás a sustituirlo, mientras sufre la soledad y la deslealtad de aquellos en los que confió. Y el dolor, el dolor de la vieja industria traspasa la pantalla. Peliculón imponente.
  • Mad Max, Road Fury (2015)George Miller (cine). Brutal. Increíble. Una experiencia adrenalítica, visualmente apabullante. Miller con setenta años le da una lección a todos esos jóvenes directores que confían en los efectos digitales y en un montaje epiléptico para construir un ritmo desenfrenado. La nueva película de Mad Max fue uno de los acontecimientos cinematográficos de 2015 y con seguridad la mejor película de acción de lo que llevamos de siglo. No se puede dejar de disfrutar.
  • The fake (2013)Sang-ho Yeon. Tal vez el personaje principal de esta película animada coreana sea uno de los más complejos y ricos de los que he visto en el cine de los últimos años. Una película despiadada que aprovecha la animación para sobrepasar los límites habituales de las ficciones cinematográficas. Una historia sobre la fe, la ira, el poder y el control. Fantástica.
  • Ex machina (2015)Alex Garland. Una joya. Una de la mejores  películas de ese año. Ciencia ficción de calidad. El acceso a los sentimientos humanos de un robot está contado con enorme inteligencia y perturbadora verosimilitud. Un Oscar Isaac desatado vuelve a dejar muestras de lo enorme actor que es en un rol solo secundario sobre el papel.
  • Deliverance (1972)John Boorman. Extraordinaria. Una reflexión terrible sobre el equivocado y ensoñador romanticismo que envuelve siempre a la idea de la vuelta a la esencia del hombre, del retorno a la naturaleza, dejando atrás una civilización pretendidamente alienante. Los actores colaboran con unas interpretaciones excepcionales a una película en la que, desde el principio, el espectador siente que algo va a ir muy mal en ese viaje "artificial" por la salvaje naturaleza. La tensión crece de manera imparable hasta desembocar en una brutal muestra de salvajismo y animalismo humanos, rodada con una frialdad lacerante. A partir de ese momento, ese grupo de amigos se enfrentarán de verdad con la naturaleza y comprenderán finalmente por qué el ser humano tuvo que buscar mejores (y más civilizadas) formas de convivencia. Un clásico imprescindible.
  • El club (2015)Pablo Larraín  (cine). Tal vez sea la película más dura jamás filmada contra la iglesia católica. Porque no ataca a su ornamento, ni a las altas jerarquías de sus estamentos, sino a su propia esencia. El terrible retrato de las miserias humanas de esos sacerdotes que conviven en una casa de retiro, tras ser expulsados de los hábitos por comportamientos delictivos, y que no dudarán en hacer lo que sea para sobrevivir, no es menos demoledor que el de esa nueva iglesia que representa el cura joven que viene a evaluar su situación, cuyo acto final lo convertirá en el mayor hipócrita de todos, haciendo imposible cualquier atisbo de salida digna para ninguno de ellos. La sutileza en el tratamiento formal (despojado por completo de artificios), el feísmo de las imágenes, las difíciles interpretaciones, el tono aséptico y la critica acerada a la doble moral tanto de la vieja como de la nueva iglesia, convierten la visión de esta descarnada película en una experiencia desoladora. Impresionante.

16 abril 2016

Contramanifiesto: contra el "gobierno del Cambio" de los que pretenden que todo siga igual

Esta semana se hizo público un manifiesto promovido por relevantes personajes públicos de la sociedad española que defendía la necesidad de un "gobierno del Cambio". Difundido por medios como El País lo firmaban, entre otros, Joaquín Estefanía, Soledad Gallego, Juan Cruz, Jiménez Villarejo, Ana Belén, Víctor Manuel, Serrat, Cristina Almeida o Ángel Gabilondo. A continuación trato de desentrañar un texto inicialmente abtruso que termina mostrando las miserias de la que muchos ya denominan Cultura de la Transición.

El 20 de diciembre pasado la ciudadanía española cumplió con su deber cívico al elegir un nuevo Parlamento. El mensaje fue claro: queremos un cambio en las políticas que se han venido practicando en los últimos años y la obligación de los partidos es elegir un Gobierno que sea capaz de llevar a la práctica dicho cambio. Partidos que representan a más del 70% de los ciudadanos son partidarios de abrir una nueva etapa en la política de nuestro país.

Un clásico de estos apolillados manifiestos: comenzar con grandilocuencia y tono afectado. ¿"Deber cívico"? ¿En serio? Primera apelación al orgullo huero del lector progre para que baje la guardia y así poder colarle esa primera afirmación, tan cierta como absurda en términos de democracia parlamentaria: "partidos que representan a más del 70% de los ciudadanos quieren que se abra una nueva etapa política en el país". Una advertencia, importante: todo el manifiesto está escrito con esa calculada ambigüedad que suele usar la Cultura de la Transición para manipular los afectos ideológicos de la sociedad progresista española. Se evita nombrar hasta al final a partidos o a políticos para conseguir (re)construir un imaginario social progresista en el que la clave sea que el receptor se identifique con sentimientos superficiales y no ceda a la tentación de una interpretación racional de la realidad. Traduzcamos esa afirmación, pues: más del 70% de los ciudadanos no quieren que gobierne Rajoy porque no han votado al PP. Pues claro. Es cierto. La mayoría de los votantes españoles no votaron al PP el 20D. Pero no nos hagamos trampas al solitario. También en 2011 una mayoría de españoles no quería que gobernase Rajoy (un 55% de los votantes). Y en 2008 otra mayoría, un 56% de los votantes, tampoco quería que gobernara Zapatero... ¿Pillamos la falacia? No les importa. Les da igual utilizar un argumento tan inconsistente como éste para empezar a construir la realidad que les interesa. No les perturba apropiarse tanto de los votos de toda la izquierda que, por supuesto, no desea que gobierne Rajoy (ni que sus políticas económicas se mantengan bajo un pátina estéticoprogre, por cierto) o, aun más ridículo, contabilizar los votos de esos independentistas catalanes que no solo no quieren que gobierne Rajoy, sino que no quieren gobierno alguno que represente a España.

La voluntad democrática de los electores ha sido el configurar un Parlamento plural en el que ningún partido goza de mayoría y, en consecuencia, sólo es posible formar un gobierno en base a acuerdos entre diferentes fuerzas políticas. La incapacidad de estas de lograr una investidura de cambio supondría un grave fracaso, un desprestigio de la política y de los partidos, e incluso un desprecio a la ciudadanía pues sería tanto como decirnos que nos hemos equivocado al votar.

Atentos que estamos ante los cimientos de la perversión intelectual que este maniqueo manifiesto pretende hacer pasar por reflexión honesta y comprometida. Se otorga todo el crédito al votante anónimo para atacar con inusitada dureza a unos partidos políticos incapaces de llegar a acuerdos para que España tenga un Gobierno. ¿Por qué ese ataque visceral? ¿De verdad el desprestigio de la política española es debido a que no se alcanzan esos acuerdos y no a su servilismo y corrupción al servicio de los poderes financieros? Y, por cierto, ¿acuerdos? ¿Pero qué tipo de acuerdos? ¿Todo vale para llegar a esos acuerdos? ¿Deben traicionar los partidos el espíritu del voto de aquellos que los apoyaron para así ayudar a la formación de un nuevo gobierno? ¿El que sea? ¿O el que le interesa al sistema? Esas dudas se resolverán muy rápido. Los firmantes del manifiesto está a punto de tener que enseñar sus cartas. 

Las opciones en presencia no son infinitas:
  • Un acuerdo liderado por el PP, en cualquiera de sus formas, no supondría ningún cambio por cuanto significaría la continuidad de las políticas que han conducido a la actual situación y que son las que hay que cambiar.
  • Tenemos tres partidos que abogan por el cambio y la reforma, dos de los cuales han suscrito un acuerdo que ha suscitado el apoyo de 131 diputados lo que, obviamente, no es suficiente para investir a un presidente del gobierno. No obstante, puede significar un inicio para sentar las bases de un programa de cambio que aborde los acuciantes problemas de los ciudadanos.
No seré yo el que niegue que un gobierno liderado por el PP no es deseable para ese 70% de votantes a los que apela el manifiesto, pero... ¿El problema es el PP o sus políticas? Porque lo que va vislumbrándose a partir de lo que leemos es que el problema de los que promueven este manifiesto es más estético que ideológico. ¿Por qué digo esto? Es el momento de centrarnos en la tesis central del manifiesto. ¿Cuál es la alternativa a ese "indeseable" gobierno del PP? De repente la historia esa del "70% de los votantes" se esfuma y todo queda reducido a tres partidos... Tres partidos sin nombre, por cierto. ¡Ay, qué misterio! ¿Quienes serán? Ya es mala suerte que, al contrario de lo que pasó con la clara mención al PP, los promotores del manifiesto hayan olvidado especificar los nombres de estos tres partidos. No pasa nada, tirémonos al vacío (modo ironía on) y especulemos con que son el PSOE, Ciudadanos y Podemos. Hemos pasado del 70% de los votantes al 56,6 %  de ellos pero por qué ser honestos y dejarlo claro cuando siempre fue tan fácil manipular a los biempensantes progres españoles. Total, qué más da. Ha llegado el momento. No se puede retrasar más. Toca mostrar al público el verdadero rostro de Dorian Gray: "dos de los [partidos] han suscrito un acuerdo que ha suscitado el apoyo de 131 diputados [...] y puede significar un inicio para sentar las bases de un programa de cambio que aborde los acuciantes problemas de los ciudadanos"...

¡Por fin! Lo sé, todo lector del manifiesto estaba a estas alturas inquieto, tenso, a la espera de la solución que aportarían tan insignes representantes de nuestra intelligentsia patria. ¿Y qué mejor que apostar por lo de siempre? ¿Por qué no apostar de nuevo por ese socialismo neoliberal, tan ampuloso en la retórica como inofensivo en lo económico? ¿Qué más da que hayan pasado de intentar hacer creer que defendían la posición del 70% de los votantes a proponer que se construya un Gobierno a partir de un acuerdo que tiene detrás menos del 40% de los votantes? Ellos son los intelectuales, amigo, y esos detalles son irrelevantes para mentes tan preclaras. El remedio a todos nuestros problemas era un acuerdo de ¿cambio social? liderado por el PSOE (vaya) apoyado por Ciudadanos (¿cómo?). Ese siempre fue el deseo (oculto) de los que se manifestaron en las plazas y participaron en las mareas: un socialismo inane disuelto en un neoliberalismo de rostro amable... ¿no?

Sería una irresponsabilidad que en los próximos días no fuesen capaces de lograr una mayoría suficiente que evite las elecciones y abra una nueva etapa política en España. Por ello entendemos que el PSOE, Ciudadanos y Podemos pueden y deben, mediante las oportunas negociaciones, complementar, mejorar o ampliar un acuerdo con el fin de recabar el suficiente apoyo que haga posible la investidura de un presidente del Gobierno. Lo que facilitaría que otras fuerzas se sumasen a lo pactado.

Anda, pues al final sí que conocían los nombres de los partidos políticos a los que se referían... ¿Por qué no les habrán puesto nombre cuando hablaban de los acuerdos conseguidos que había que "complementar, mejorar o ampliar"? Igual sería bueno empezar a traducir al lenguaje vulgar tanta pomposa parafernalia retórica. Sería algo así: "el acuerdo del PSOE con Ciudadanos mola mucho, joder, nos cargamos al PP y hacemos como que todo va a cambiar para que finalmente nada cambie. Podemos lo que tiene que hacer es apoyarlo de un puta vez...".

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El manifiesto realmente acaba aquí. Todo lo que sigue, esos dos últimos párrafos que se pueden leer pinchando en el enlace inicial, no son más que una forma rastrera de volver al tipo de retórica insustancial, decadente y pretendidamente desinteresada con la que se iniciaba texto. Una defensa vacía de valores etéreos relacionados con la regeneración social y política. La última treta con la que intentar enmascarar la ya indisimulable posición conservadora de una intelectualidad cuya triste connivencia con el poder hace años que invalida sus intervenciones en la vida pública.
Pd: Puede que nuestra relevancia sea menor. Es indudable. Pero muchos hemos despertado y ya no volveremos a caer en idolatrías absurdas de intelectuales y famosos cuya fuerza, al final, resultó no estar basada en sus principios éticos sino en los poderes económicos que los promocionaban. Se equivocaron. Es su problema. Encontremos entre todos nuevos caminos.

09 abril 2016

Votantes de Podemos con nostalgia de redil

Mi padre era un tipo culto, muy culto. También bastante conservador. Intentaba asumir como propios ciertos tics progresistas que finalmente, incapaz de asimilarlos, solo le servían como coartada para presentarse ante los demás como liberal, cuando realmente su rigidez intelectual era una prueba inefable de ese intelectualismo nacionalcatólico (no practicante) criado en las faldas del franquismo. Había un detalle de su trayectoria ideológica que, antes o después, siempre aparecía en cualquier diatriba política: él había votado al PSOE en el 82, él no se movía (decía) por ideologías maximalistas, él era flexible y si ya no apoyaba a los socialistas era porque lo habían decepcionado. Lo decía tan tranquilo, ignorando sin pudor las miserias políticas de aquellos a los que ya por entonces no dejaba de votar. Mientras tanto, compró durante toda su vida el ABC, escuchó con avidez las tertulias políticas radiofónicas de los medios de derecha y votó una vez tras otra al PP mientras su vida discurría con placidez, fiel a una visión del mundo "confortablemente" conservadora. Pero eso sí, siempre mantuvo vivo en público el recuerdo de aquel voto en el 82 a Felipe González, un voto ya convertido en leyenda, descontextualizado históricamente, sin referencia alguna al miedo pasado con el intento del golpe de estado de Tejero, ni al estado de ánimo de un país que, tras la tensión sufrida, intentaba definitivamente tirar hacia delante con una democracia que solo podía identificarse con la renovación que significaba aquel PSOE. De esta manera ese voto a Felipe González en 1982 se convirtió así, para siempre, en su barco de salvación, en su justificación final, en su "ley de Godwin" particular, el arma definitiva con la que podía defender de manera ventajista su posicionamiento ideológico, eminentemente conservador, sin ensuciarse nunca con el fango de las políticas económicas y sociales que defendían aquellos a los que apoyaba con sus votos. Al fin y al cabo ya no podía hacer otra cosa porque, decía, "yo a estos, a los socialistas, a la izquierda, ya los apoyé una vez y me fallaron, no fueron lo que esperaba, ya no me engañan más...". 

En los tiempos acelerados que vivimos, y con una legislatura que parece que ha nacido muerta, empiezo a observar una actitud muy parecida a la de mi padre en ciertos simpatizantes y votantes de Podemos. Su voto a Podemos parece haber sido tan iluminador para ellos como aquel voto mítico al PSOE de mi padre. Como si algunos, en un arrebato místico, impelidos por una obligación moral imposible de eludir, casi como haciendo un favor a los jodidos de España, hubiesen votado a la formación morada solo debido al asfixiante hedor provocado por la corrupción, la mediocridad y el fracaso del putrefacto sistema bipartidista español. Pero ahora, pocos meses después, sin que nada haya cambiado, sin que haya un solo atisbo de que los viejos partidos de la casta se hayan regenerado lo más mínimo (parecen más que nunca enrocados en sus estructuras de poder partidista al servicio de los poderes económicos), es como si estuviesen poco a poco cimentando las bases de un relato personal que les permitiese liberarse de ese gran error. El voto a Podemos en las últimas elecciones puede ser el voto más fácilmente interpretable de nuestra democracia desde aquellas elecciones del 82. Si entonces se votó al PSOE como la única forma de terminar de arrancar y consolidar la democracia en España, los cinco millones de votos a Podemos y sus confluencias significaron un grito de rabia ciudadana destinado a finiquitar las putrefactas estructuras políticas del bipartidismo que habían terminado por fagocitar a nuestra democracia poniéndola al servicio de los poderes financieros. En nuestro país la Gran Crisis al final solo tuvo unos claros perdedores: los asalariados, los parados, los pobres. Los de siempre. Pero en muy poco tiempo, parapetados tras la manipulación grosera de los medios de comunicación, de la casta mediática, de los perros carroñeros de cierto periodismo español liderado por El País y su perro fiel, Metroscopia, ciertos votantes de Podemos muestran un indisimulable deseo de renunciar a ese cambio sustancial del sistema que dijeron defender, añorando el redil bipartidista y miserable del que apenas hace unos meses escaparon. Añoran volver poder votar al PSOE, ese partido de extremo centro capaz de renunciar a sus esencias teóricas para pactar con Ciudadanos, el Podemos de derechas construido al servicio del Ibex 35, o incluso, los más puros y castos, volver a votar a IU o a partidos anticapitalistas. Pretenden regresar a la lucha en la que realmente se sienten cómodos: la del discurso, la pose y el postureo. La batalla de salón con contrincantes imaginarios, ese reducto privado progresista (o revolucionario) que tanta gente de izquierda confundió hace años con el escenario de la batalla real, la que se desarrolla en las calles, en las plazas, en los puestos de trabajo y en los despachos donde se validan la políticas económicas que hicieron de manera abyecta cada vez más ricos a unos pocos mientras los de siempre quedaban a merced de los vaivenes de un Mercado en el que realmente jamás participaron.

Es absolutamente bochornoso intuir en ciertas conversaciones cómo algunos votantes de Podemos buscan encontrar excusas absurdas para poder justificar el abandono de la batalla. En el fondo, como le sucediera a mi padre, necesitan construir un artificio intelectual que les permita regresar a terreno conocido, a su lugar natural. Una cosa es construir discursos vacuos contra la derecha y el neoliberalismo criticando la corrupción intrínseca al sistema, y otra es aceptar que la llegada al poder de otra gente (¿de la gente?) realmente significaría un terremoto social cuyas consecuencias podrían, a corto plazo, afectarles a ellos y a su situación económica. Generarles miedo, indefensión contra la máquina capitalista y los mercados. En el fondo, para ellos, Podemos ya ha cumplido su misión: incomodar al sistema obligándole a ser más discreto, menos evidente, más taimado. Ahora debiera tocar pactar, adaptarse y someterse. Como siempre. Por eso se quejan de la arrogancia de Pablo Iglesias, de la inflexibilidad de Podemos, de que pretendan imponer al PSOE un gobierno proporcional (¡pero esto qué es!). No se paran a pensar realmente lo que dicen, no quieren ver que por mucha indignación que imposten su argumentación es basura, no se sostiene, es tan demagógica como los editoriales de El País de donde la consiguen. Es el PSOE el partido que impide intentar un gobierno relativamente de izquierdas por primera vez en la España moderna. Que enmascara su traición tras un pacto con un partido de centroderecha que serviría para desalojar del poder al otro partido de centroderecha. Porque hay que ver lo que cunde el centro político en nuestro país. Todo le cabe. Que todo cambie para que todo siga igual. Esa es la aspiración de todos los partidos que quieren llegar al poder desde ese asfixiante centro ideológico en el que la (in)decencia política sucumbe.

Mi padre votó una vez al PSOE y políticamente le salió tremendamente rentable. Pudo votar a la derecha toda su vida y encima practicar el postureo social. Una parte de los votantes de Podemos parece querer seguir su senda: utilizar su voto a Podemos el 20D como coartada para volver a votar a los partidos de la casta el resto de su vida con el pretexto de que ellos lo intentaron y aquello no funcionó. Sin que ni siquiera haya existido la posibilidad de fracaso.

No sé lo que pasará. Todo indica que habrá nuevas elecciones o gran coalición y que el sistema conseguirá por fin un gobierno afín a sus intereses (que nunca serán los nuestros). Yo les dejo un mensaje a ese votante de Podemos que reniega antes de intentarlo: "disfruta de tu tranquilidad dentro del sistema, campeón. Te la has ganado".

27 febrero 2016

5 cuñadismos (y 1 tontá)

1) Cuñao: Sí, sí, muy valiente la Rita Maestre poniéndose en tetas en una capilla católica, ¿por qué no hace lo mismo en una mezquita si tiene ovarios?
: Porque lo que se critica es la presencia de capillas católicas en universidades públicas, espacios en los que no tiene sentido que no se respete la aconfesionalidad del Estado...
Cuñao: Bah, gilipolleces, lo que pasa es que no se atreve, a la pijaprogre esta la mandaba yo a algún país árabe una semana para que se le pasase la tontería...

2) Cuñao: Tanto criticar a Rato, a la Púnica, a la Gürtel, al blanqueo de dinero para financiar  al PP, al desfalco de los ERE en Andalucía, todo el puto día con la casta en la boca y ahora viene el alcalde de Zaragoza y compra gomina a cargo del erario público...¡¡Lo ves!! ¡¡Si es que son todos iguales!!
: ¿En serio? ¿Sabes que comparar hechos cuyas consecuencias son absolutamente diferentes para el mantenimiento de este sistema corrupto distorsiona cualquier intento de comprensión y que...?
Cuñao: Que sí, que sí, que lo que tú digas, podemita tenías que ser, pero que vamos, que me da igual, que son todos iguales, son todos unos hijos de puta...

3) Cuñao: Bueno, sí, vale, te lo acepto, Rato habrá defraudado a Hacienda, pero, ¿tú no lo harías si pudieras? Si es que al final todos si pudiéramos lo haríamos, lo que pasa es que cada uno roba en función de lo que puede...
: Pero qué dices, imbécil, intentar responsabilizar globalmente a toda la sociedad de la corrupción estructural del sistema en beneficio de los grande poderes económicos no es más que una manera de distraer la atención, de distorsionar la comprensión de la realidad. Claro que la sociedad debe reflexionar, que las leyes deben ser más contundentes castigando los pequeños fraudes pero estos grandes fraudes significan algo más, nos muestran la misma esencia del sistema...
Cuñao: Aghhhhhh (sonido gutural, despectivo), , , tú que eres un jodido rojo, anda que si no fuera porque a mí me tienen cogido de los huevos con la nómina iba yo a pagar impuestos, y tú igual, no te creas... 

4) Cuñao: Con el paro que tenemos y seguimos aguantando que los putos inmigrantes vengan a quitarnos el trabajo a los españoles. Así no se puede, aceptan salarios de mierda, los cobran en negro y después colapsan los centros de salud... ¡No hay derecho!
: Pero no te das cuenta, tontolaba, que muchos de ellos aceptan trabajos y condiciones laborales que tú, en tu puta vida, aceptarías... Además, si el problema es cobrar en negro y no cumplir los convenios, ¿por qué no te quejas de los empresarios explotadores y de un Gobierno que lo permite?
Cuñao: ¡Anda ya!, pero si vienen nada más que a chupar del bote. Al final siempre se las apañan para que todas las ayudas sociales se las den a ellos, y muchos viven de puta madre, si yo te contara... El otro día me contaba un conocido del hijo de un amigo del cuñao de mi padre que...

5) Cuñao: ¡¡Una injusticia, un escarnio, un robo!! Ningún abuso mayor que el impuesto de sucesiones, qué hijos de puta, ¿cómo es posible tener que pagar dos veces por el mismo patrimonio? Hacienda me roba, me quita lo que es solo mío, lo que mis padres sufrieron tanto por reunir...
: Lo tuyo no tiene cura, cuñao, qué coño vas a pagar tú dos veces nada... Aclaremos la cuestión: mientras vivieron tus padres acumularon un patrimonio y pagaron los impuestos correspondiente por él, sí, claro, pero también gracias a esos impuestos disfrutaron de una sanidad de calidad, tuvieron una jubilación digna, tú pudiste estudiar una carrera... Ahora se han muerto y tú, de la nada, sin ningún mérito (de esos que os molan tanto a los liberales) vas a cobrar una pasta, más de 200000 euros para ti solito... ¿Y te vas a quejar de pagar un impuesto mínimo sobre ese ingreso brutal que te llega sin ningún esfuerzo? ¿Por qué no te quejas también del IVA? ¿O del impuesto de matriculación de tu coche? Vamos, que ese impuesto no tiene nada de especial, es uno más...
Cuñao: Que no, que no, que eso es mío, que eso es lo que mis padres me dejan, toda una vida trabajando y ahora ME lo roban estos cabrones de mierda, para dárselo después a los inmigrantes, a los vagos...


La tontá

Cuñao: ¡A la Luna! ¡Qué coño vamos a llegar a la Luna! Eso es un invento de los americanos, lo sé de buena tinta, si hasta hicieron un documental en el que salía el Kissinger ese diciendo que todo había sido un montaje...
: Ofú, cuñao, que tú no eres real, que eres un cliché en ti mismo, que ese documental era un docufake, un mockumentary, vamos que era mentira, que lo hicieron precisamente para denunciar las conpiranoias de tarados como tú, hay decenas de pruebas de la llegada del ser humano a la Luna...
Cuñao: Jajaja... si es que eres un crédulo, tío, ahora me dirás que lo del cambio climático también es verdad, con el frío que ha hecho esta semana, o que  la homeopatia no vale para nada cuando a mí me funciona de puta madre y la semana pasada me curó de un catarro, o que lo de las vacunas no es una forma de matarnos a todos poco a poco...  ¡¡Ayyy!! Menos mal que hablas conmigo para que puedas escuchar verdades no contaminadas por lo políticamente correcto...

30 enero 2016

Felipe y José María: la vieja casta contraataca

 

Felipe y José María. José María y Felipe. Surgen como ajadas momias de un pasado ya lejano y superado. No es casualidad que sus voces, tantas veces enfrentadas, se coordinen esta vez con enorme precisión para atacar con saña a Podemos. ¿Contra sus propuestas? No, eso es lo que menos les importa, no son tan imbéciles como para creerse las conpiranoias que propagan. Eso no es más que la excusa que necesitaban para volver a ese ruedo mediático que tanto echaban de menos. No, lo que no soportan es a Podemos como nuevo actor sociopolítico que los arrincona ya para siempre en el cajón de la historia. Eso los destroza por dentro. De repente han sentido el gélido hálito del desdén que anuncia su destierro final, y la desmemoria de esa parte del pueblo que representa Podemos lacera dolorosamente a unos egos que hace tiempo ya que solo se sostienen en el vacío de un pasado permanentemente reconstruido. Sus lastimosas declaraciones representan el alarido de rabia final de una generación, la de la transición, que ha sido profundamente desleal con sus hijos y ha pretendido entronizarse en el poder hasta su muerte, construyendo una agenda social y política a su medida que iba dando respuesta tan solo a sus necesidades, a medida que sus miembros envejecían y la revolución dejaba de ser compatible con sus carteras. Las palabras de ambos destilan rencor, exudan decrepitud intelectual y los retratan como líderes de una generación que prefiere mirar a otro sitio mientras sus hijos y sus nietos siguen revolcándose en el lodazal laboral.

Felipe y José María. José María y Felipe. Ellos lo que desean es que la sociedad española continúe por los senderos que ellos desbrozaron. Senderos que parecían muy distantes entre sí pero que, con los años, descubrimos que discurrían ambos paralelos, siguiendo el cauce del río del capitalismo parasitario, ese que naciera en las faldas del franquismo. Las mismas familias, los mismos poderes, los mismos amigos... todos enriqueciéndose a costa de un Estado que los dos fueron vendiendo a precio de saldo. Pero ellos eso no lo recuerdan, tampoco lo aceptan, ¡ellos modernizaron el país!, no se hacen responsables de la gangrena moral que fue desarrollándose en la sociedad española, ni del encanallamiento artificioso que hizo carne en todos nosotros, mientras aprobaban leyes que, una tras otra, iban devaluando nuestros derechos sociales. Quieren morirse escuchando lo grandes que fueron, los importantes logros que alcanzaron, la fuerza y el carisma que tuvieron. Que la sociedad no solo no los olvide en vida sino que los eche de menos al tener que soportar la mediocridad de sus sustitutos, esos a los que aconsejan con desprecio. Y cuentan para ello, para elaborar esa narrativa heroica, esa ficción trascendente que los eleva a los altares de la excepcionalidad, con el apoyo de su numerosa generación, que necesita ese relato para poder justificar su propia evolución ideológica. Por eso han reaccionado con esa virulencia contra Podemos. Porque representa el primer intento de la generación de sus hijos de liberarse del yugo sociológico que les impusieron. Una generación a la que tuvieron adocenada en sus casas hasta los 30 años. Formándose, decían. Una generación a la que nunca criticaron seriamente su indolencia política y social. Porque eso les permitía seguir al mando de todo. Una generación de la que se reían con condescendencia por su debilidad y por su falta de compromiso. Lo que les permitía a ellos seguir manteniendo la ficción de ser los garantes del compromiso social con la democracia mientras la corrupción alimentaba sus cuentas bancarias. Y de repente, tras tantos años de humillación y de desidia, de mileurismo hedonista e imbécil, hartos de hostias, paro y precariedad, algunos de sus hijos, levantaron la cabeza, se miraron los unos a los otros, se encontraron y empezaron a hablar entre ellos de sus verdaderos problemas, de sus ilusiones, de sus prioridades. Y de los cauces políticos para abordarlos, de los nuevos senderos que había que desbrozar para encontrar nuevas soluciones. Dejando por fin atrás ese pasado mitológico que desde la transición habían ido forjando durante décadas sus padres.

Felipe y José María. José María y Felipe. El tiempo los dejó ya atrás. Saben que sus nietos, los nacidos a partir de los 90, los miran y los escuchan con el asombro y la extrañeza con la que ven una vieja película en blanco y negro. Pero se resisten a que los hijos de su generación, esos que nacieron en los 70 y los 80,  renieguen de ellos, no sigan sus consejos, no acaten sus directrices. Ellos que tanto les dieron. Ellos que lo dieron todo por España. Su España, claro. El rencor les corroe las entrañas. No van a rendirse fácilmente. Van a intentar someternos de nuevo, como tantas veces. Quieren seguir controlando las políticas sus viejos partidos zombificados para seguir manejando los hilos de nuestra sociedad del miedo, inmovilista y conservadora. Les gusta así, no quieren que nada cambie y por eso vuelven a la escena, al debate público, a las televisiones, a los periódicos, para dar munición a sus coetáneos, que por primera vez se han visto intimidados por el menosprecio intelectual de las nuevas generaciones, que exigen esta vez estar ellas al timón del cambio social sin la supervisión condescendiente de sus mayores.

Felipe y José María. José María y Felipe. No quieren darse cuenta. Se resisten a aceptarlo. Pero en el fondo ya lo intuyen. El tsunami de la nueva historia política de este país se originó 2011, se hizo movimiento organizado hace solo dos años y aunque fracase, la única certeza es que va a terminar  haciendo añicos a los viejos, caros e inútiles jarrones chinos de nuestra democracia.

21 enero 2016

Un año de libros (2015)

Estos fueron los libros nuevos (sin contar relecturas) que leí durante 2015. Fueron más de 40 y, desgraciadamente, no dispongo este año del tiempo suficiente como para hacer un comentario de cada uno de ellos. No ha sido un mal año de lecturas.
  • El precariado, la nueva clase social (2013)Guy Standing. Ensayo (sociología)
  • El cura y los mandarines (2014)Gregorio Morán. Ensayo (historia y cultura de España)
  • Pensar la historia del cine (2014)Valeria Camporesi. Ensayo (cine)
  • Combates cotidianos (2004)Manu Larcenet. Novela gráfica
  • Alabanza (2014)Alberto Olmos. Novela
  • Sobre la charlatanería (2005)Harry G. Frankfurt. Ensayo (filosofía).
  • Sobre la verdad (2006)Harry G. Frankfurt. Ensayo (filosofía).
  • Nada se opone a la noche (2011)Delphine de Vigan. Novela.
  • Oligarquía financiera y poder político en España (2012)Manuel Puerto Ducet. Ensayo (economía política)
  • ¿Dónde está mi tribu? (2013)Carolina del Olmo. Ensayo (maternidad)
  • Todo está bien (2015)Daniel Ruiz García. Novela.
  • Gracias, Finlandia (2013)Xavier Melgarejo. Ensayo (educación).
  • Provocación (1982)Stanislaw Lem. Novela.
  • El comité de la noche (2014)Belén Gopegui. Novela.
  • Contra los hijos (2015) Lina Meruane. Ensayo (maternidad).
  • Crítica a la nueva sociología de la ciencia (1998) Mario Bunge. Ensayo (filosofía de la ciencia).
  • Sumisión (2015)Michel Houellebecq. Novela.
  • Parecía un buen fichajeMiguel Gutiérrez. Ensayo (fútbol).
  • Imposturas científicas, los malentendidos del caso Sokal (2003)Baodouin Jurdan (coord.). Ensayo (filosofía de la ciencia).
  • Mis almuerzos con Orson welles. Conversaciones entre Henry Jaglom y Orson Welles (2014)Peter Biskind. Ensayo (cine).
  • Esperando a Godot (1952)Samuel Beckett. Teatro.
  • Cicatriz (2015)Sara Mesa. Novela.
  • Medicina sin engaños (2015)J. M. Mulet. Ensayo (ciencia).
  • Nada es crucial (2010)Pablo Gutiérrez. Novela.
  • El hombre detrás de la lluvia (2015)Luis Quiñones. Novela.
  • Notas sobre el cinematógrafo (1975)Robert Bresson. Ensayo (cine).
  • No tan incendiario (2014)Marta Sanz. Ensayo (literatura).
  • Lo que me está pasando. Diarios de un joven emperdedor (2015)Miguel Brieva. Novela gráfica.
  • ¡Está ardiendo una papelera! (2015)Pilar Montero. Ensayo (educación).
  • El bar de las grandes esperanzas (2005)J.R. Moehringer. Novela.
  • Acontecimiento (2015)Javier Moreno. Novela.
  • El impostor (2015)Javier Cercas. Novela.
  • La prensa que se vendió (2015)Luis Santos. Ensayo (periodismo).
  • Manhattan Transfer (1925)John Dos Passos. Novela.
  • La colmena (1951)Camilo José Cela. Novela.
  • La familia de Pascual Duarte (1942)Camilo José Cela. Novela.
  • Idiopatía (2013)Sam Byers. Novela.
  • Bodas de sangre (1933)Federico García Lorca. Teatro.
  • La casa de Bernarda Alba (1936)Federico García Lorca. Teatro.
  • En el enjambre (2013)Byung-Chul Han. Ensayo (filosofía).
  • Psicopolítica (2014)Byung-Chul Han. Ensayo (filosofía).

18 enero 2016

Un año de cine (2015). Segunda parte

Aquí comparto la segunda tanda de películas nuevas que vi durante 2015. Aclaro, mediante la palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente, según las fui viendo.  
  • Galaxia prohibida (1978)Allan Holzman. Es lo que tiene el verano. Al final siempre caigo en el fascinante mundo de la ciencia ficción más abyecta. Pura carne de perro, sí, pero tan disfrutable para su análisis descacharrante... Cine trash, copia barata de Alien, hecha con dos duros y con situaciones y personajes delirantes. Para fans taradetes del género.
  • Genesis II (1973)John Llewlyn Moxey. Tras un holocausto nuclear, un científico queda en hibernación accidental hasta despertar en el año 2133, y encontrarse con un mundo involucionado en el que sus conocimientos son perseguidos por dos pueblos enfrentados: Pax y Tyrania (tela con los nombrecitos, se comieron la cabeza, vaya). Pues lo peor es que lo mejor de este bodrio es su premisa. Lo demás es pura cochambre. Piloto producido por Gene Roddenberry (el creador de Star Trek) para una serie que nunca llegó a realizarse. No me extraña. La puesta en escena es bochornosa. Y no tiene un ápice de humor, sorprendentemente se toma en serio a sí misma. Y ese es su gran error.
  • La escopeta nacional (1978)Luis García Berlanga. Enorme película del maestro Berlanga. Todo lo bueno que se ha dicho sobre ella está absolutamente justificado. Incisiva, lúcida y cínica radiografía de las relaciones de poder de las clases dominantes en esa España que estaba a punto de alumbrar a la democracia. Reveladora.
  • Phase IV (1974)Saul Bass. La única película que dirigió el creador de algunos de los títulos de créditos más extraordinarios de la historia del cine es una inquietante e imaginativa historia, que plantea qué sucedería si el ser humano se tuviese que enfrentar a una hormigas que hubiesen evolucionado intelectualmente. Rodada como si fuese un documental durante gran parte de su metraje consigue mantener una tensión creciente que desemboca en un final abrupto y abierto, en el que cobra sentido el extraño título de la película. Gustará mucho a los amantes del genero.
  • Outlander (2008)Howard McCain. Un tipo viene de otro planeta para justo caer entre vikingos en el siglo VIII. Y encima se le escapa un bicho-alien acojonante que traía consigo y que joderá por completo la vida de sus anfitriones. Una premisa imbécil no tiene por qué siempre derivar en una película estúpida. En este caso, desgraciadamente, sí fue así. Absurda y tediosa. Ofú, qué mala.
  • Map to the stars (2014)David Cronenberg. Desasosegante y malsana indagación de un Hollywood poblado por estúpidos vanidosos, tan inseguros como superficiales. Personajes con densidad (Julianne Moore borda su papel de estrella incapaz de asumir que su fulgor artificial comienza a apagarse) que terminan estando por encima de una trama que, cuando llega el momento de explotar todo su escabroso potencial, opta por un conservadurismo formal y narrativo que hace colapsar la película hasta la irrelevancia final. Interesante en todo caso.
  • Fuerza mayor (2014)Ruben Östluod. Una avalancha en una estación de esquí mientras una familia almuerza al aire libre en un resturante. El padre que al verla abandona sin pensarlo a su mujer y a sus dos hijos para salvarse. Finalmente la avalancha pierde fuerza antes de llegar a donde ellos estaban. Falsa alarma. El padre vuelve a la mesa. Todos siguen comiendo. No se miran a la cara. Un detalle, una situación que jamás debería haberse producido desencadena una enorme crisis de pareja en la que lo que parecía firme y seguro debe reconfigurarse. La influecia de Haneke es evidente pero la pelíucla tiene personalidad propia y diluye la tensión a través del humor. Película sorprendente con un final polémico, abierto a múltiples interpretaciones
  • Red (2010)Robert Scwentke. Otro ejemplo más de ese zombie-cine comercial americano, puramente alimenticio, cuya única baza es la reunión melancólica de viejas estrellas de los 90. En ese caso Bruce Willis y compañía se ven embarcados en una historia pseudocómica de espías retirados que deben volver a la acción. Se ve con más pena que interés.
  • El beso de la muerte (1947)Henry Hathaway. Cine negro clásico de muy alta calidad, al que solo le pesa dar el papel de protagonista a un soso Victor Mature, incapaz de insuflar vida al personaje repleto de matices, dudas y vacilaciones que interpreta. Significó el primer papel en el cine de Richard Widmark, en la piel de un personaje recordado para siempre por los amantes del séptimo arte por encarnar el mal y el cinismo absolutos. Muy buena.
  • La doctrina del shock (2009)Michael Winterbottom. Documental que trata de trasladar a la pantalla (sin el éxito esperado) las ideas y reflexiones que expusiera con clarividencia Naomí Klein en su ensayo con el mismo nombre. La necesaria simplificación de las tesis de Klein acerca del uso del miedo y el caos por parte de las élites económicas, para imponer su plan de recortes y privatizaciones de lo público, se ve agravada por una rutinaria puesta en escena y un abuso de los clichés habituales del género documental que terminan haciendo encallar la propuesta.
  • El último lobo (2015)Jean Jacques Annaud. Había que intentar recuperar la magia de aquel oso que, a finales de lo 80, significara mi primera experiencia emocional real dentro de un cine. El mismo director vuelve a intentar recuperar ese tono pseudodocumental, elegíaco y preciosista, para contarnos la relación entre un lobo y un joven en el marco de la revolución cultural china. Desafortunadamente la magia no aparece, la historia es desarticulada, el ritmo resulta fatigoso y la película es incapaz de despegar en ningún momento. Una pena. Al menos los bellos paisajes y las hermosas imágenes de lobos son realzadas por una emocionante música compuesta por James Horner, en uno de sus últimos trabajos antes del fatídico accidente en el que murió.
  • Los último días de Marte (2013)Ruairí Robinson. Ciencia ficción sobria que, sin estridencias, transita desde la especulación científica hasta el terror, con una historia muchas veces ya vista pero que, en este caso, es defendida con honradez y honestidad. Me gustó.
  • Deliverance (1972)John Boorman. Una de las mejores películas que vi este año. Extraordinaria. Una reflexión terrible sobre el equivocado y ensoñador romanticismo que envuelve siempre a la idea de la vuelta a la esencia del hombre, del retorno a la naturaleza, dejando atrás una civilización pretendidamente alienante. Los actores colaboran con unas interpretaciones excepcionales a una película en la que, desde el principio, el espectador siente que algo va a ir muy mal en ese viaje "artificial" por la salvaje naturaleza. La tensión crece de manera imparable hasta desembocar en una brutal muestra de salvajismo y animalismo humanos, rodada con una frialdad lacerante. A partir de ese momento, ese grupo de amigos se confrontarán de verdad con la naturaleza y comprenderán finalmente por qué el ser humano tuvo que buscar mejores (y más civilizadas) formas de convivencia. Un clásico imprescindible
  • Ilusión (2013) Daniel Castro. Una extravagancia patria que se disfruta durante todo su corto metraje con la sonrisa en la boca. Un idealista, un eterno perdedor pretende hacer una película musical sobre los Pactos de la Moncloa para recuperar el espíritu y la ilusión de la Transición. Y lo que se podría entender como la ridícula propuesta de un loco deja en el aire una pregunta colectiva, una duda trascendente, sobre si también aquello, sobre lo que hemos construido la leyenda de nuestra democracia no era más que una ilusión. Más allá de eso se trata de un comedia amarga sobre la necesidad de encontrar tierra firme en la dura realidad para poder sobrevivir, aunque ello conlleve sacrificar algunos sueños y parezcan traicionarse algunos principios. Muy recomendable.
  • La visita (2015)M. Night Shyamalan (cine). No significó la redención (de bajo coste) de Shyamalan que algunos quisieron vender. Pero al menos tampoco es un bodrio como sí lo era After Earth. Entretenida, con un punto de misterio tenso gracias a un uso inteligente del generalmente cargante found footage, termina convirtiéndose en una convencional historia que no aporta nada al género y te deja con cara de tedio. Intrascendente.
  • A quemarropa (1967)John Boorman. Estupenda muestra de ese cine negro moderno y revisionista que se hizo en los 60, con un Lee Marvin implacable en la caza de aquél que lo traicionara y lo dejara por muerto. Ritmo, dirección firme y tensión narrativa en una película que escarba en lo peor del ser humano y deja finalmente un amargo sabor de boca.
  • Frances Ha (2012)Noah Baumbach. Cine indie, hipster y neoyorkino, que nos muestra a una veinteañera perdida, sin rumbo y con una alarmante incapacidad para tomar decisiones de futuro que, lentamente, va comprendiendo que es imposible refugiarse para siempre en un modo de vida juvenil tan estimulante y libre como precario y un tanto artificial. Me gustó, a pesar de ciertos tics modernitos que harán que más de uno arquee la ceja.
  • Young adult (2011)Jason Reitman.  Basura infecta. Reitman une sus fuerzas de nuevo con Diablo Cody para, en este caso, construir un personaje femenino desagradable, egoísta, ambicioso, envidioso y superficial. Revestida con el falso disfraz de comedia, la película es otra muestra más del tipo de cine que nos ofrecen estos dos "creadores". Tras la aparente subversión se esconde el más rancio conservadurismo moral. Y, por supuesto, la única explicación posible que se les ocurre para explicar el carácter miserable de esta mujer es una maternidad frustrada convertida en trauma irresoluble. Vomitiva.
  • El corredor del laberinto, las pruebas (2015)Wes Ball (cine). Palomitera y entretenida continuación de esta saga adolescente cuyo mayor valor es la falta de pretensiones. No recordarás nada especial de ella al terminarla. Solo sirve como pasatiempo.
  • El secreto de Adaline (2015)Lee Toland Krieger. Empalagosa e indigesta historia de corte fantástico en la que una joven, tras un accidente, no puede envejecer. Recorrerá la segunda mitad del siglo XX ocultándose de las autoridades para, finalmente, caer rendida en los brazos del hijo de un antiguo amor. Todo muy romántico (aunque por supuesto no se enamora de un obrero, no, qué va, el tío tiene pasta por castigo), todo muy de clase media-alta sin conflictos, todo muy absurdo, todo ello una basura envuelta en cutre celofán sentimentaloide.
  • Mientras seamos jóvenes (2014)Noah Baumbauch. Tal vez sea la película que más me convence de este director. Radiografía de manera incisiva pero con humor, la crisis de los 40 de una pareja sin hijos que viven en una ciudad como Nueva York, para la que empiezan a ser demasiado mayores. Al mismo tiempo disecciona con cinismo las hipócritas relaciones que se establecen en el mundo del arte (cineastas, en este caso), las envidias, el parasitismo disfrazado de amistad y la vanidad disfrazada de falsa modestia. Interesante.
  • Regresión (2015)Alejandro Amenábar (cine). Menudo pinchazo el de Amenábar. Yo me declaro desde hace años desencantado del cine de un director que me parece más artificio que realidad, y cuyas películas se desmoronan en mi memoria con el paso del tiempo. En esta ocasión, su acercamiento a las iglesias fanáticas de la América profunda deriva en un pastiche desconcertante. Los actores, desnortados, son incapaces de insuflar alma a unos personajes mal construidos, que deambulan por una historia que subraya lo innecesario y arriesga muy poco . Una pena.
  • La hora incógnita (1964)Mariano Ozores. Una de esas rarezas del cine español que nuestro habitual desconocimiento de nuestro propio cine mantenía en el limbo de la historia. Una ciudad española es desalojada por completo (en una secuencia inicial realmente conseguida) durante la noche, debido a la inminente caída de una bomba nuclear. Pero algunas personas, por motivaciones diversas, se quedarán en ella y durante las horas previas a la explosión sus vidas se entrecruzarán en un relato coral, humano y sincero. Interesante.
  • El club (2015)Pablo Larraín  (cine). Tal vez sea la película más dura jamás filmada contra la iglesia católica. Porque no ataca a su ornamento, ni a las altas jerarquías de sus estamentos, sino a su propia esencia. El terrible retrato de las miserias humanas de esos sacerdotes que conviven en una casa de retiro, tras ser expulsados de los hábitos por comportamientos delictivos, y que no dudarán en hacer lo que sea para sobrevivir, no es menos demoledor que el de esa nueva iglesia que representa el cura joven que viene a evaluar su situación, cuyo acto final lo convertirá en el mayor hipócrita de todos, haciendo imposible cualquier atisbo de salida digna para ninguno de ellos. La sutileza en el tratamiento formal (despojado por completo de artificios), el feísmo de las imágenes, las difíciles interpretaciones, el tono aséptico y la critica acerada a la doble moral tanto de la vieja como de la nueva iglesia, convierten la visión de esta descarnada película en una experiencia desoladora. Impresionante.
  • San Andreas (2015)Brad Peyton. Qué cosa más mala, joder. Copiando el viejo esquema que tan ridículo ya pareciera en Parque jurásico 3, nada mejor que una crisis (un hijo perdido entre dinosaurios entonces, una hija perdida en una ciudad en la que se produce un terremoto ahora) para que el hombre de la familia marque sus huevazos y vaya recuperando el respeto y el amor de su ex mujer, mientras el nuevo novio de esta se comporta con un gañán, cobarde patético sin matiz alguno. Personajes principales que actúan como idiotas, idiotas que actúan como idiotas secundarios y un fuerte hedor a idiocia generalizada en la producción. Mala hasta hacer daño.
  • Requisitos para ser una persona normal (2015)Leticia Dolera. Dolera construye una película indie a la española que, aunque por momentos te hace sonreír y consigue que sus personajes resulten simpáticos, finalmente encalla en la irrelevancia a causa de la falta de densidad de su historia. Una comedia puede ser liviana pero tiene que tener algo detrás que consiga sostenerla durante más de media hora.
  • The martian (2015)Ridley Scott (cine). Años hace que considero a Scott un director más que amortizado. Su último acercamiento a Alien fue un desastre de proporciones épicas. Tal vez por eso me sorprendió tan agradablemente el dinamismo y la falta de pretensiones estilísticas de su dirección de esta adaptación de la novela de Andy Weir, en la que un astronauta se enfrenta al reto de sobrevivir aislado durante un largo periodo de tiempo en condiciones extremas. La historia, en lugar de centrarse en los aspectos mas dramáticos y manidos de su lucha, prefiere enfocar la trama a partir del optimismo y de la confianza en la ciencia básica para ir resolviendo los problemas que van surgiendo. No hay maniqueísmos, las controversias políticas en relación a su posible (o no) rescate son verosímiles, los personajes secundarios están bien desarrollados y brilla especialmente Matt Damon, en la piel de ese astronauta que tendrá que apelar a todos sus conocimientos científicos y a su espíritu de lucha para sobrevivir. Me lo pasé muy bien viéndola.
  • Air (2015)Christian Cantamessa. Ciencia ficción de serie B, con solo dos personajes en un refugio nuclear que deben despertar de su criogenización periódicamente para controlar el buen funcionamiento de las instalaciones, ya que en ellas se mantienen criogenizados importantes científicos a la espera de que la vida en la superficie del planeta vuelva a ser posible. Un accidente provocará que la desconfianza surja entre esos dos hombres. El miedo y la locura serán el motor de una historia aseada con ritmo cansino. Regulera.
  • It follows (2014)David Robert Mitchell. Impecable película de terror deudora del cine de los 70 y 80, con una puesta en escena gélida y sin concesiones. El uso del plano abierto, donde el vacío asusta por lo que no se puede ver, es todo un acierto. La música otorga atmósfera y densidad y se usan de forma inteligente muchas de las convenciones del género para construir una película que te atrapa y te mantiene en tensión. Muy buena.
  • Los minions (2015)Pierre Coffin y Kyle Balda. Solo para críos muy pequeños. Es una sucesión de gags sin hilo ni continuidad (ni tampoco mucha gracia). Lo más divertido de la película era lo mostrado en el trailer. El resto, un soberano aburrimiento.
  • John Wick (2014)David Leicht y Chad Stahelski. Cine de acción desprejuiciado y esteticista, con un Keanu Reeves que cumple a la perfección en su papel asesino implacable encabronado porque matan a lo último que lo unía a algo parecido a la humanidad. Aunque la historia está muy vista la película entretiene, pero tampoco es esa película revitalizadora del género que algunos han querido vender.
  • Loreak (2014)José María Goneaga. Aburrida y pretenciosa historia centrada en tres mujeres a las que la ausencia de un hombre marcará sus vidas durante años. Con un ritmo  pausado que pretende ser trascendente transmite más mentira que emoción. Puro artificio melodramático despojado de aristas sociales, en el que tan solo se salvan los matices del personaje de la madre.
  • Las últimas supervivientes (2015)Todd Straus-Schulson. Una curiosidad muy recomendable para los amantes del cine de terror adolescente de los 80 y 90. Unos jóvenes actuales se encuentran de repente en el interior de una película de terror de culto de los 80 (como en La rosa púrpura del cairo, pero a la inversa) en la que trabajó la madre ya fallecida de una de ellos y, aun conociendo lo que va a suceder, son incapaces de evitar que el asesino psicópata de turno los vaya matando uno a uno, mientras presenciamos una divertida deconstrucción de muchas de las convenciones del género. Divertida.
  • El año más violento (2014) J. C. Chandor. Una de las mejores películas que vi durante el año. Las mafias del transporte y una investigación policial son la excusa para presentarnos a Abel Morales, interpretado por un Oscar Isaac en estado de gracia, un hombre con un enorme volcán interior, siempre al borde del arrebato de ira, que pretende mantener su integridad aun siendo consciente de que será imposible si quiere ver cómo se cumplen sus enormes ambiciones. Un personaje inolvidable en la estela del mítico Michael Corleone. Sensacional película que recuerda al cine del mejor Lumet.
  • Negociador (2015)Borja Cobeaga. Inclasificable película que narra en clave de humor negro (nunca demasiado graciosa y tampoco lo suficientemente negra) las conversaciones de paz entre un enviado del gobierno y miembros de la cúpula de ETA. Se salvan algunos gags bien construidos (aunque recurre demasiado a los clichés vascos) pero al finalizar le deja a uno una sensación general de vacío, de intrascendencia total.
  • Frank (2014)Lenny Abrahamson. Delicada, extraña y sugestiva. La historia de ese grupo de música, liderado por un cantante que esconde su cabeza debajo de una enorme máscara que jamás se quita, se convierte en un poético alegato en defensa del respeto al diferente. Hermosa película.
  • Ant-Man (2015)Peyton Reed. Un historia sobre un superhéroe marvelita de segunda división parecía la excusa perfecta para escapar del cada vez más asfixiante universo compartido por el resto de superhéroes de Marvel, y experimentar con otras formas narrativas. Tal vez por eso contrataron a Edgar Wright para dirigirla. Lamentablemente, la visión más conservadora de Disney y de Marvel, se impuso finalmente y despidieron a Wright para terminar filmando una película frankenstein, en la que se intuye el alma gamberra e iconoclasta de Wright en algunas de las secuencias más divertidas, pero también tenemos que aguantar insertos mal rodados que sirven para introducir a Ant-Man en el abigarrado universo de Los Vengadores. Pasable.
  • Ted 2 (2015) Seth MacFarlane. Todo lo que hacía gracia y sorprendía en la primera desaparece en esta innecesaria continuación de las aventuras de ese oso de peluche cabrón con vida propia. Sus burradas ya no impresionan y bajo el envoltorio subversivo del lenguaje soez se esconde una trama carca y moralista. Un coñazo.
  • Patrimonio nacional (1981)Luis García Berlanga. Estupenda continuación de la saga de los Leguineche que nos sitúa en Madrid, tras la llegada de la democracia. El marqués y su hijo llegan a la capital con la intención de instalarse en el palacete donde vive la mujer del primero y madre del segundo, acérrima franquista, pero ella no les dará una bienvenida calurosa precisamente. El humor y la mala leche de un Berlanga en plena forma están presentes en una película muy bien rodada, que continúa mostrándonos una galería de personajes inolvidables que representan a la perfección la caspa de nuestro país. Muy divertida.
  • Sin límites (2011) Neil Burger. Sin límite de hedor. Basura infinita. Una droga que expande la mente le sirve al personaje encarnado por Bradley Cooper para convertirse en alguien aun más gilipollas de lo que ya era anteriormente. Sus nuevas capacidades intelectuales le sirven, fundamentalmente, para follar, ganar pasta y hacer el imbécil. También escribe un libro. Además, tenemos que aguantar a un director con ínfulas que pretende ir de innovador en lo visual, en una película mal contada, con una trama ridícula y un guión al que se le notan demasiado las costuras.
  • Sicario (2015)Denis Villenueve (cine). De vez en cuando Hollywood recuerda que también puede hacer cine adulto, complejo, de calidad. Sicario es una película que no emociona pero sí estremece. La atmósfera es asfixiante y la lucha contra el tráfico de drogas no es más que un recurso para profundizar de manera sincera en algunas de las emociones humanas más indeseables: el rencor, la falta de empatía, la desidia moral... En las cloacas de la sociedad civilizada nada bueno puede crecer y nadie bueno puede sobrevivir. Excelente.
  • A cambio de nada (2015)Daniel Guzmán. Película sobre la adolescencia que transmite con verosimilitud las dificultades emocionales por las que tienen que atravesar miles de jóvenes, incapaces de encontrar en sus hogares guía moral alguna. Jóvenes que, indefensos, se enfrentan a un mundo real hostil, que tratará de aprovecharse de su ingenuidad y de su fuerza. Los actores jóvenes están muy bien pero la historia, en ocasiones, se tambalea. Situaciones que emocionan por honestas y humanas (la anciana que acoge al chaval es un personaje maravilloso) alternan con otras más flojas, menos pulidas, casi inverosímiles y fuera del buen tono general de la película (un ejemplo sería la secuencia de la fiesta. Toda ella al borde de ridículo). Aun con esos peros el resultado final es satisfactorio.
  • Sinsajo. Parte 2 (2015)Francis Lawrence (cine). Y cuando por fin la historia llega a su fin ha pasado tanto tiempo desde que empezó, se han degradado tanto las posibilidades iniciales de la historia y se ha abusado tanto del drama superficial y de la acción superflua que nada con sustancia queda en el recuerdo. Y eso que dicen que es la mejor de las distopías adolescentes de la época.
  • La revolución de los ángeles (2015) Marc Barbena. ¿Qué sucedería si de manera secuencial, a partir de un primer caso mediático, algunos enfermos terminales sin relación alguna entre ellos, decidiesen ir asesinando a los políticos que han permitido y defendido (además de enriquecerse con ello) el capitalismo clientelar y parasitario que nos llevó a la ruina y a los recortes de derechos sociales? A partir de esta premisa volcánica se construye una película digna que, con muy poco presupuesto, te deja pegado a la pantalla, manteniendo su tesis, sin desfallecer, hasta sus últimas consecuencias. Una rareza sorprendente.
  • El Mundo sigue (1963)Fernando Fernán Gómez. Dura, cínica y terrible historia encuadrada en el submundo urbano de la España negra del franquismo. Al borde de la pobreza y sin esperanza alguna de un futuro inmediato mejor, en esa sociedad enferma y depauperada solo sobrevivirán los miserables y los crápulas; y los que no se preocupen por las cuestiones morales. Una película imprescindible. Desde un punto de vista sociológico y artístico. La secuencia en la que a través de imágenes inconexas se nos cuenta el crecimiento de una niña, vista desde los ojos de su madre, mientras sube corriendo unas escaleras, es una genialidad.
  • El puente de los espías (2015)Steven Spielberg (cine). Spielberg se ha hecho muy mayor. Sus dramas cada vez parecen más antiguos. Y lo que digo no es un halago. Permanecen la maestría a la hora de colocar la cámara para elegir siempre el encuadre más inteligente y los elegantes y maravillosos movimientos sutiles de cámara. Pero la calidad técnica se pone al servicio de una historia cobarde, que intenta usar el pasado para defender un débil punto de vista liberal, propio del clásico progre de salón actual. El diferente uso de tonalidades de color para mostrar a EEUU y a la Europa comunista, la patética demagogia al mostrar el diferente trato dado a los presos por parte de rusos y americanos, o metáforas visuales pueriles como la del salto de la valla terminan hundiendo una película en la que tanto Tom Hanks, como, sobre todo, Mark Rylance realizan unas interpretaciones magníficas. Y encima falta la música de John Williams.
  • Eternal (2015)Tarsem Singh. Empieza pareciendo un mal remake de Seconds (de Frankenheimer), se desliza despues, a media película, por un terreno de nadie, para finalmente terminar siendo una historia digna que se deja ver con cierto interés. Poca cosa, vaya.
  • Star Wars, el despertar de la fuerza (2015)J. J. Abram  (cine). Me declaro absolutamente incapaz de realizar una crítica en términos racionales de esta película. A la nueva película de Star Wars solo le pedía que me diera nuevas dosis de emoción sincera por el reencuentro con este universo de ficción que tan feliz me ha hecho durante años. Y cumple con creces lo exigido. Nuevos jóvenes personajes, carismáticos y con recorrido, se unen a los legendarios Han, Luke y Leia en esta nueva aventura que respeta al máximo el legado de la trilogía inicial.
  • Mistress America (2015)Noah Baumbauch. La pareja Baumbauch-Gerwig vuelven a trabajar juntos en esta comedia dramática que, en ciertos momentos, homenajea con acierto al screwball más clásico. Ambos construyen una historia en la que sobrevuela de nuevo el problema de la madurez y la incapacidad de ciertas personas para avanzar en sus vidas. Con una vuelta de tuerca suplementaria para la protagonista: ¿cómo dejar atrás una parte de su vida si todos los que la rodean necesitan que se mantenga así, estancada en el tiempo, inmadura, vitalista, irresponsable y divertida, para así poder recordar la esencia de lo que ellos en algún momento fueron? Me gustó la película.

09 enero 2016

Un año de cine (2015). Primera parte

Estas son las películas nuevas (no tengo en cuenta las revisiones) que vi durante el año que acaba de finalizar. Aclaro, mediante la palabra cine, las que vi en pantalla grande. Están ordenadas cronológicamente, según las fui viendo. Finalmente fueron casi 100, de manera que separo la lista en dos partes para hacer más digerible su lectura.
  • Hermosa juventud (2014)Jaime Rosales. Radiografía fría y sin sentimentalismo de esa juventud perdida del extrarradio de cualquier ciudad, sin motivaciones ni proyecto vital. Jóvenes que, sin presente ni futuro, reciben las hostias finales de un crisis cuya perversión final es hundirlos en el barro, estigmatizándolos socialmente con el apelativo despectivo de ninis. Sirve para descubrir una actriz estupenda como Ingrid García Jonsson y su estilo casi documental cala en el espectador, hace daño. 
  • Yo maté a mi madre (2009)Xavier Dolan. Es una barbaridad que con 19 años se pueda hacer una primera película como ésta. Con hondura, densidad y estilo propio. Dolan nos cuenta la conflictiva relación de un hijo único adolescente con su madre a través de una historia creíble, en la que los malentendidos se convierten en irresolubles y los conflictos que debieran ser irrelevantes se magnifican por la incapacidad de gestionar correctamente las emociones. Me gustó mucho.
  • Locke (2013) Steven Knight. Tour de force de lo que dan suelen prestigio a actores y directores. Un solo personaje, un único escenario (el interior de un coche) y 80 minutos en los que presenciamos cómo una vida construida sobre el control meticuloso de todas las pulsiones se derrumba para reconstruirse (o no) desde la asunción de las emociones. La película funciona por su complejo tratamiento de la verdad y de la mentira y por la excelente interpretación de Tom Hardy, pero me dejó un regusto agridulce por el artificio innecesario que el guion tramposo construye con la figura del padre del protagonista. Interesante.
  • Birdman (2014)Alejandro Iñárritu (cine). Un ejercicio cinematográfico de primer nivel, con unos actores desatados que dan lo mejor de sí y una cámara ágil y libre que, a través de ese maravilloso falso plano secuencia, nos permite bucear en el atormentado interior de un actor de cine venido a menos mientras ensaya para una obra de teatro que considera que debe significar su redención profesional. Excelente. Peliculón.
  • Todos queremos lo mejor para ella (2013)Mar Coll . Me encantó la opera prima de esta directora catalana (Tres días con la familia) por lo que me resulta inexplicable que todo lo que allí rezumaba verdad (el retrato de familia acomodada)  aquí nunca resulte creíble. Todo es impostado, las situaciones son forzadas, y el viaje emocional de la protagonista para reencontrarse consigo misma carece tanto de verosimilitud como de interés. Decepcionante.
  • Whiplash (2014)Damien Chazelle. Parece increíble que una historia centrada en una orquesta, las vicisitudes de un batería en ella y su relación con un director despótico y acosador pueda tener la fuerza y la garra brutales que esta tiene. Con un ritmo salvaje está rodada con pasión e inteligencia. El montaje, por momentos, te deja sin respiración y el perverso juego de vanidades y expectativas con el que se construye la trama te atrapa. La disfruté enormemente.
  • Jupiter ascending (2015)Hermanos Wachowski (cine). El mayor espectáculo kitsch visto en el cine desde John Carter. Visualmente hermosa y con una BSO estupenda, sus principales problemas son una trama ridícula y unos personajes de chiste, con menos profundidad que Espinete. Hay que reconocerlo, es un bodrio. Pero no sé, es tan apasionadamente naíf que me resultó hasta simpática. No os acerquéis.
  • Ida (2013)Pawel Pawlikowski. Una soberbia fotografía en blanco y negro y unas interpretaciones contenidas y poderosas sustentan una historia sombría, en la que el pasado terrible de un país, Polonia, impide cualquier posibilidad de presente para una sociedad y unos personajes marcados por la brutalidad heredada. Intensa y profunda.
  • Agosto (2013)John Wells. Drama familiar americano de altura, con unos personajes femeninos con múltiples capas que se enfrentan a su pasado como forma de intentar sobrevivir en un presente pleno de insatisfacciones. Destaca una Meryl Streep en el papel de matriarca familiar que devora la pantalla cada vez que aparece. Buena película.
  • The imitation game (2014)Morten Tyldum (cine) Blandito y convencional acercamiento a la figura gigante de Alan Turing en el que prevalece el clásico tratamiento de genio inadaptado, carente de conflicto real y desideologizado, obviando los aspectos más controvertidos de la historia real. Ejemplo de un cine miserable, que arrebata al espectador la posibilidad de reflexión obligándole solo a sentir emociones primarias.
  • The babadook (2014)Jennifer Kent. Excelente película de terror que profundiza de manera inteligente en el infierno de la depresión y en los conflictos emocionales que provoca una maternidad desencantada, hastiada por el día a día de un hijo agotador y déspota. Cine de género, en principio sin pretensiones, con mayor profundidad que películas de supuesto prestigio.
  • Coherence (2013)James Ward Byrkit. Extraña y compleja historia de multiversos. A partir de una premisa más bien estúpida unos amigos quedan encerrados en una casa durante una cena, aislados de la realidad, en un espacio y en un tiempo compartidos con otras versiones de sí mismos con las que tendrán que lidiar, descubriendo cosas de sí mismos que no esperaban. Entretiene y provoca debate.
  • Fresas salvajes (1957)Ingmar Bergman. Una maravilla. una auténtica obra maestra. Una amarga reflexión sobre la nostalgia, la juventud y el doloroso paso del tiempo. Cine de verdad.
  • Kingsman (2015)Matthew Vaughn (cine). Menos subversiva de lo que pretende parecer y más aburrida de lo que se esperaría. Me quedo con la enloquecida y genial secuencia de la iglesia pero no compro el pack completo de una película que resulta pesada y convencional.
  • Divergente (2014)Neil Burger. Un absoluto "pa qué". No es solo que sea mala, es que molesta. Distopía adolescente que desaprovecha algunas buenas ideas para conformar un espectáculo sobrecargado y desmañado en el que prima el ruido, la acción mal narrada y el romance intensito.
  • Mortadelo y filemón contra Jimmy el cachondo (2014)Javier Fesser. Fesser vuelve al universo de Ibáñez. Con el mismo respeto por el detalle y por el espíritu de la creación del viejo maestro que en su anterior película. Funciona a ratos. Pero tal vez, para los que pasamos tantas horas de pequeños leyendo Mortadelos, le falte algo de magia a esta historia. Quizás lo que echamos de menos es aquel sulfato atómico. Quizás sea a nosotros a los que nos falte ya algo.
  • Foxfire, confesiones de una banda de chicas (2012)Laurent Cantet. Durante una hora la historia de esas chicas adolescentes que fundan una banda mediante la que canalizar su rabia social tiene garra, ritmo y dinamismo. Provoca al espectador. Después se hunde sin motivo alguno al derivar en un drama más convencional de traiciones y sueños rotos.
  • El misterio de la Puerta del sol (1929) Francisco Elías. Una rareza de los orígenes del cine español. Se la considera la primera película española sonora y cuenta con una ingeniosa trama de pícaros y asesinatos a la que perjudica en su desarrollo la presencia de innecesarios números musicales que ralentizan la historia. Había que vender la nueva cualidad sonora del cine, claro. Muy curiosa.
  • Jack Ryan, operación en la sombra (2014)Kenneth Branagh. Absolutamente intrascendente precuela que nos lleva a los inicios del personaje que interpretaran en los 80 y 90 Alec Baldwin y Harrison Ford. Puesta en escena sin personalidad para una historia que avanza a duras penas, a trompicones, mientras el espectador mira su reloj hasta en las secuencias con mayor acción. Cine irrelevante.
  • Insurgente (2015)Robert Schwentke (cine). Pues sí. El problema es mío por repetir. Si la primera película de la saga Divergente ya me pareció mala esta segunda es un insulto a la inteligencia. Ejemplo perfecto de lo peor del cine actual: más ruido, más acción, más confusión. Nulo espacio para la reflexión social. Lo político y social de la trama como adorno, al servicio del romance hormonado. Un desastre. Un coñazo.
  • Seconds (1966)John Frankenheimer. Fantástica y sorprendente película dirigida por un Frankenheimer en plena forma (él y Lumet,  en mi opinión, son los mejores directores de aquella llamada "generación de la televisión"). El delirio que propone la trama en torno al trasplante de consciencia y recuerdos de unos cuerpos a otros se ve acentuado por una dirección imaginativa, muy física, plena de recursos técnicos. Peliculón
  • Under the skin (2013)Jonathan Glazer. Una delicia sensitiva. La trama es mínima: en una Escocia plomiza y fantasmagórica un alien asume el cuerpo de una mujer con el objetivo de atraer a los hombres mediante un ritual sexual. Magnética y poética, su ritmo es pausado. Será en la reiteración de situaciones, donde solo algunos detalles trascendentes irán evolucionando, donde cobrará sentido esa búsqueda imposible por conectar con las emociones humanas de ese alien con cuerpo de Scarlett Johansson. Cine experimental y diferente.
  • Hombres, mujeres y niños (2013)Jason Reitman. Lo mío con Jason Reitman empieza a ser puro vicio. Sí, veo las peliculas de Reitman porque odio visceralmente su cine. Y, sorprendentemente, este tío jamás me "decepciona". Su cine es un absoluto fraude, una basura fraudulenta que juega siempre a la provocación más hipócrita, para finalmente terminar masacrando a aquellos personajes de sus películas que intentan pobremente convertirse en alternativa a la moralidad dominante. Rancio conservadurismo social envuelto en celofán indie y alternativo que vuelve a estomagar en esta película de relaciones familiares modernas. Asco.
  • Almas de metal (1973)Michael Crichton. Un parque temático con robots humanoides que se rebelan contra sus imbéciles visitantes. Todo lo que disfruto de la ciencia ficción de serie B americana los 70 está presente en esta película. Su frialdad y la distancia desde la que se narra permite centrarse más en la reflexión sociológica que plantea. Las limitaciones presupuestarias la llevan al borde del ridículo en varias ocasiones pero el resultado final es satisfactorio.
  • El capital humano (2014)Paolo Virzi (cine). Esta película es como una bomba de efecto retardado. Crece en el recuerdo. Hace daño. Todos sus personajes, cada uno en su escalafón social, actúa bajo una única premisa: su propio beneficio. Los dilemas morales son presentados como artificios sociales que se mantienen solo mientras el peligro no nos alcanza. Puro nihilismo social: todos somos unos mierdas y, finalmente, en condiciones limite actuaremos como tales. Película destroyer lastrada tan solo por una irregular trama y algunas pobres interpretaciones. Muy recomendable.
  • The zero theorem (2013)Terry Gilliam. Lo mejor del cine de Gilliam aparece en la primera media hora de metraje. Después desaparece la magia y nos queda una historia simplona, sin fuste, irrelevante en lo visual y muy pobre argumentalmente. Una pena.
  • Un condenado a muerte se ha escapado (1956)Robert Bresson. Cine con mayúsculas que recuerda lo que este medio puede ofrecer en manos de artistas. La austeridad de la puesta en escena, el respeto por el silencio o la ausencia de música son cuestiones morales para Bresson. Y sufres con su condenado porque nada te distrae de ello. Fantástica.
  • Mad Max 2, el guerrero de la carretera (1981) George Miller. Miller convierte aquí a su antihéroe en leyenda. Es en el prólogo y en el epílogo donde se comprende a la perfección la evolución de Max. Ya no es el policía puteado de un mundo en decadencia de la primera película, sino una leyenda del pasado que sobrevive en un mundo postapocalíptico y enloquecido. Estupenda.
  • Mad Max, Road Fury (2015)George Miller (cine). Brutal. Increíble. Una experiencia adrenalítica, visualmente apabullante. Miller con setenta años le da una lección a todos esos jóvenes directores que confían en los efectos digitales y en un montaje epiléptico para construir un ritmo desenfrenado. La nueva película de Mad Max es uno de los acontecimientos cinematográficos de 2015 y con seguridad la mejor película de acción de lo que llevamos de siglo. Imprescindible.
  • Los vengadores 2 (2015)Joss Wheddon (cine). Mucho ruido, muchos (muchísimos ) superhéroes, mucha acción trufada de mucha, demasiada superflua y chorra. Poca o ninguna emoción. Estas películas están construidas para funcionar por acumulación pero la pena es que esta vez el toque humano que siempre le da Wheddon a sus personajes apenas se intuye, ahogado por las cada vez mayores constricciones que el universo cinematográfico marveliano está imponiendo para que todas sus franquicias funciones y se interconecten. Me aburrí.
  • Scott Pilgrim contra el mundo (2010)Edgar Wright. Wright es uno de los creadores cinematográficos más irreverentes y frescos de los últimos años, claramente influenciado por el cine americano de lo 80 pero con una gran capacidad para desmontar y deconstruir esas referencias de manera inteligente En este caso adapta la típica historia de amor adolescente con chico perdedor y chica guapa y la transforma en una delirante locura trufada de referencias y lenguaje de cómic. Muy divertida.
  • Tomorrowland (2015)Brad Bird (cine). Un fracaso enormemente digno. Se intuye en esta historia y en estos personajes otra película diferente que hubiera sido hermosa, ensoñadora y dolorosa. Una historia original de corte fantástico que termina enredada en sí misma. Se le nota a la película un remontaje final, pero a pesar de ello es incapaz de cerrar interesantes líneas de guión abiertas. Y le pesa una absurda infantilización de última hora que la película no merecía. Una pena. Una auténtica pena.
  • Jurassic world (2015)Colin Treverrow (cine). Tan disfrutable en una primera visión como olvidable a medida que pasan los meses. Simpática, recurre acertadamente a la nostalgia con guiños muy medidos al tiempo que intenta construir una historia alejada de lo ya visto. Interesante la reflexión que contiene en relación a la necesidad de construir dinosaurios nuevos cada vez más terroríficos para que el público siga llenando el parque temático (metáfora evidente de cómo Hollywood necesita construir películas cada más infladas y abigarradas para excitar a un espectador yonqui, que reclama mayores dosis de cinecaína). Más allá de eso un buen pasatiempo palomitero.
  • Perdiendo el norte (2015)Nacho G. Velilla. Descafeinada y excesivamente blanca comedia que se enmarca en el exilio de jóvenes españoles a Europa, con el objetivo de ganarse la vida. Desemboca en una previsible y empalagosa historieta de amor que carece de gracia alguna e imposibilita esa perspectiva más caústica que la trama demandaba. ¿Molesta? Pues no. ¿Vale para algo? Pues tampoco. Una pérdida de tiempo
  • Nightcrawler (2014)Dan Gilroy. Inquietante aproximación al mundo de los periodistas de sucesos. Jack Gyllenhaal se calza en los zapatos de uno de los personajes del año: un periodista mediocre, manipulador y sin escrúpulos que empieza a construirse una reputación por las imágenes macabras que consigue filmar en accidentes y asesinatos. Retrato de las miserias de la sociedad del espectáculo (mediático).
  • The fake (2013)Sang-ho Yeon. Tal vez el personaje principal de esta película animada coreana sea uno de los más complejos y ricos de los que he visto en el cine de los últimos años. Una película despiadada que aprovecha la animación para sobrepasar los límites habituales de las ficciones cinematográficas. Una historia sobre la fe, la ira, el poder y el control. Fantástica.
  • Ex machina (2015)Alex Garland. Una joya. Una de la mejores  películas del año. Ciencia ficción de calidad. El acceso a los sentimientos humanos de un robot está contado con enorme inteligencia y perturbadora verosimilitud. Un Oscar Isaac desatado vuelve a dejar muestras de lo enorme actor que es en un rol solo secundario sobre el papel.
  • Autómata (2015)Gabe Ibáñez. Fallida propuesta de ciencia ficción trascendente con una temática similar a Ex machina (robots que adquieren conciencia de su existencia, que intentan evolucionar) aunque con una trama diferente, más detectivesca (y cansina). Se ve con simpatía porque se le nota que está hecha con mimo pero la trama no se sostiene, las problemas existenciales de los robots no llegan al espectador y el soporífero ritmo de la historia termina llevando a la película al fracaso. Una pena
  • Big hero 6 (2014)Chris Williams y Don Hall. Lo único que se salva de este coñazo animado es una banda sonora estupenda y la presentación inicial de Baymax. Después todos los tópicos habituales del cine infantil más conservador se dan cita en una historia sobre egos científicos desatados que aburre hasta el hastío.
  • White god (2014)Kornél Mundruczó (cine). Una película sorprendente. Rodada desde el punto de vista de un perro consigue transmitir la angustia que le genera a animal la cacería a la que se ve sometido. Lentamente, con un giro de guión extraño, la película se convierte en una versión fantástica (de corte realista) de la nueva de El planeta de los simios, y el perro termina liderando una revolución canina que pondrá en jaque la ciudad mientras el animal se va vengando de todos lo que le hicieron daño. El plano final es antológico.
  • Chappie (2015)Neil Blomkamp. Esperaba tan poco de ella, tanto por su premisa como el precedente del director (Elysium, qué mala era joder), que  he de reconocer que el regusto final que me dejó fue positivo. Lo que empieza siendo una mala copia de Cortocircuito va adquiriendo poco a poco densidad y hondura, personalidad propia, para finalmente articular un duro discurso sobre la ambivalencia moral del ser humano y su tendencia a aprovecharse de los más débiles. Película rara e inclasificable.
  • Lo que hacemos en las sombras (2014)Taika Waititi. Una delicia. Una auténtico disfrute. Y un festín para los que sean amantes desprejuiciados del género vampírico. Un (doblemente) falso documental que nos introduce en clave de humor en las plácidas y aburridas vidas centenarias de un grupo de vampiros de una ciudad neozelandesa. Personajes con carisma a los que se les coge cariño al instante. Si no la has visto corre a verla porque no te arrepentirás. Muy divertida.
  • La señal (2014)William Eubank. Típica producción de ciencia ficción de bajo presupuesto que vuelve a tocar temas trillados con poca originalidad. Para pasar el rato. Prescindible
  • Electric Bogaloo, la loca historia de Cannon films (2014)Mark Hartley. Un documental genial sobre la loca productora Cannon y sus enloquecidas  producciones de bajo presupuesto que colonizan nuestros recuerdos (gracias a aquellos videoclubes de los años 80). Cuando aparecía el logo de Cannon ya sabías, sin duda, lo que te ibas a encontrar: carne de perro. Y sonreías mientras te acomodabas en el sofá....
  • Asalto al poder (2013)Roland Emmerich. Un ejemplo de ese cine de acción nefasto que está produciendo Hollywood. Exento del humor que destilaban aquellas películas que con la misma temática se hicieron en los 80, ahora son espectáculos repletos de disparos y explosiones sin sentido. O es que nos hemos hecho mayores para estas mierdas.
  • Terminator Genisys (2015)Alan Taylor (cine) Durante media hora la salva una medianamente ingeniosa revisión de los momentos más icónicos del primer Terminator de Cameron. Después, cuando ya tiene que volar sola, se deshace en pedazos con una historia absurda y ridícula. Solo Schwarzenegger salva los muebles en un reparto en el que los jóvenes actores son absolutamente sobrepasados por unos personajes icónicos que exceden sus capacidades. Basura.
  • Inside out (2015)Pete Docter (cine). Un Pixar de calidad que, a pesar del consenso que genera y de las críticas tan positivas que recibió, a mí no me llegó a convencer. En mi opinión, una vez presentada su genial propuesta, la película pierde fuelle por la reiteración de situaciones. Poco se ha hablado también de la pobreza argumental de ese "mundo real" que provoca la explosión emocional de la niña. Aun así tiene valores innegables, set pieces maravillosas y momentos de humor geniales. Eso sí, es la película de Pixar que menos van a disfrutar los menores de 10 años. En el cine se los veía aburridos a los veinte minutos.
  • Capitán Harlock (2014)Shinji Aramoki. Un anime de gran calidad visual y compleja historia cuyos atractivos personajes se diluyen en una trama morosa que termina convirtiendo la película en un artificio ampuloso y aburrido.
  • Puro vicio (2014)Paul Thomas Anderson. Una enorme decepción de uno de los directores americanos vivos que más admiro. Comprendo lo que intenta hacer, intento seguirlo en su propuesta, pero por más que lo intento los absurdos giros de guión y la pretenciosidad de lo narrado consiguieron que me saliera por completo de una película tan extraña como abstrusa